Lado B
Cuando el silbato de tres cañas resuena por las calles
Ya sea a pie, en bici o en moto, estos trabajadores mantienen viva esta calida forma de comunicación
Por Lado B @ladobemx
11 de noviembre, 2011
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  • Una carta conserva el sentimiento de quien la escribió: Antonio Luna

Joel Merino

Xavier Rosas / Mely Arellano / Paco Coca

@wachangel / @melyarel / @PacoCoca

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A lo lejos se escucha un “silbato de tres cañas” que recorre las calles de Puebla y que actualmente representa, aunque cada vez para menos personas, la llegada de noticias: “qué me trajo hoy, qué carta me llegó, quién me escribe, quién se acuerda de mi”, relata Alfonso Méndez, trabajador del Servicio Postal Mexicano con más de dos décadas en este oficio, que apasionadamente compartió con Lado B su experiencia como cartero.

En “Los Besos de María”, cuento del escritor colombiano Triunfo Arciniegas, el cartero que entrega la correspondencia a la protagonista, novia de un militar, juega un papel principal en esta historia. Aquel cartero se convierte en el encargado de mantener la esperanza y desazón que las cartas personales llegan a generar en quien las recibe. “Las cartas de amor huelen como los duraznos a medio atardecer”, le comenta el emisario de las letras de aquel soldado a María, al tiempo de entregarle la correspondencia mientras ella ansiosamente abre el sobre para leer las letras de su amado que partió a la guerra.

Ya sea a pie, en bicicleta o motocicleta, día a día estos trabajadores salen a repartir la correspondencia marcada en sus rutas, sorteando las peculiaridades que conlleva su entrega: “el perro siempre ha sido uno de nuestros ‘mejores amigos’, todavía nos siguen correteando y de veras que nos han tocado unos perros bravos por los cuales nos tenemos que detener un poquito o chiflarles a sus dueños para que salgan y los controlen”.

Foto: Joel Merino

Sin embargo, a pesar del gusto que representa para Alfonso Méndez su trabajo, se pregunta si acaso “nos habrá ganado la tecnología”, al recordar que hasta hace unos años las cartas que llegaban de Estados Unidos a familiares en México permitían que los carteros tuvieran mayor “trato con la gente” y los hacían partícipes de la noticia recibida por la familia, aunado a que actualmente la correspondencia se ha vuelto mayormente comercial y el uso de la tecnología ha desplazado la comunicación más íntima entre las personas.

Y es que cada vez son menos las personas que envían una carta personal o “correspondencia epistolar”, asegura Antonio Luna, administrador del Centro de Reparto Puebla Textil, quien ha laborado en el Servicio Postal Mexicano por 30 años.

A su parecer, actualmente las personas mayores a 45 años deben conocer aquel “sentimiento” que genera recibir correspondencia de este tipo, considerando que el uso de e-mails representan un medio muy frío para la comunicación entre personas: “es muy diferente abrir un sobre y leer las líneas; uno se transporta”, asegura.

¿Cuándo me va a traer mi carta?

“Nosotros como carteros, como trabajadores, como hormiguitas que somos, siempre somos los que estamos dando la cara al público; le ponemos todos los kilos que le podemos poner y tratamos que esto –el servicio postal- no desaparezca, estamos luchando porque no sea así”, comenta Alfonso Méndez.

Fue hace 22 años cuando ingresó como trabajador de Correos de México por medio de un familiar que lo invitó “y cuando entré, pues me gustó”. Asimismo, recuerda que cuando inició en este oficio el cotejo de las cartas se realizaba con “manual”, ya que actualmente se emplean equipos electrónicos –Minilocks- que permiten la geoubicación de la correspondencia; por lo que antes -recuerda- era darle la vuelta a la calle, era ‘ida y vuelta’ para poder entregar la correspondencia.

Cada mañana firma su boleta de entrada en el Centro de Reparto a las 8:00 horas, para luego tomar las “pichoneras” que les entregan sus compañeros que distribuyen la correspondencia “y buscamos una ‘saca’ que nos dan con el número de rumbo donde está toda la correspondencia que tenemos que repartir a las colonias que tenemos asignadas. Separamos, compaginamos y salimos a entregar”, para entregar su vehículo y terminar su jornada a las 16:30 horas firmando su salida.

Hay fechas especiales en el año en las que encontrarse un cartero representa la alegría de alguien: “hay niños que todavía le dicen a uno en tiempo de Navidad – oiga señor cartero puede llevar esta carta al correo para que se la lleven a Santa Claus, a los Reyes Magos. Esa es una de las satisfacciones que nosotros recibimos, cuando entregamos estas cartas a quien debemos y ellos nos agradecen”, comenta.

“Nosotros lo hacemos de la mejor manera posible, con todo cariño, con todo cuidado que debe tener nuestro trabajo para que todo llegue a su destino, para ver la sonrisa de una persona que está esperando una carta”, comenta Alfonso Méndez.

Perdiendo la cercanía con la sociedad

Foto: Joel Merino

Para Antonio Luna el alejamiento que se ha dado entre la sociedad y el cartero obedece a los nuevos mecanismos que las personas utilizan, así como el uso comercial que actualmente desempeña este servicio y la instalación de buzones comunitarios en los nuevos fraccionamientos.

“Los nuevos fraccionamientos que existen son cerrados y tienen un buzón comunitario. Adentro hay 48 o 70 viviendas y el cartero no puede accesar al interior. Se va perdiendo el contacto y no por el cartero, no por la institución, sino por los mismos particulares que, debido a la inseguridad, ponen un buzón comunitario”, considera el administrador del Centro de Reparto Puebla Textil.

Aunado a que las personas han perdido la costumbre de escribir “correspondencia epistolar” para familiares, amigos o conocidos –sólo un 5% de la correspondencia de entre las dos o tres toneladas que se reciben en este centro-, las visitas de instituciones escolares a las oficinas de correos dejaron de realizarse, motivo por el cual se ha perdido la “curiosidad” que puede encontrar un niño por las cartas.

“Se ha perdido el hecho de escribir una carta, ya que es muy diferente recibir una carta; el sentimiento que tiene esa carta y leerla, a una comunicación vía Internet, ya que se vuelve fría”, asegura Antonio Luna.

Los números

Costo de envío de una carta que pese 10gr: $7.50.

Tiempo de entrega: la clasificación es D+1, D+2, D+3, D+4 y D+5 de acuerdo a la distancia. Esto significa el día de recepción antes del cierre (13:30 horas) + un día.

Puebla recibe diariamente alrededor de 80 mil piezas postales.

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Autor Lado B
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