Lado B
El PRI y su encrucijada
El otrora partidazo se enfrenta a la dura prueba del 2012 sin un verdadero líder al frente
Por Lado B @ladobemx
19 de octubre, 2011
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  • La selección de candidatos para el próximo proceso electoral podría dinamitar la poca unidad que le queda
  • Tras el 4 de julio de 2010 el priismo salía de Casa Puebla, pero en los hechos se quedó, con otros membretes

Joseline Santos Enríquez | Ernesto Aroche Aguilar

@joss_santos | @earoche

«A (Juan Carlos) Lastiri le tocaba una presidencia de transición, en marzo tendría que dejarla, ya estaba negociada su reincorporación a la Cámara de diputados en una comisión de las importantes, Hacienda o Presupuesto o una así, pero al final no le tuvieron confianza o las cosas no salieron como se esperaba y no se la dieron, por eso ya no soltó la presidencia del partido».

El priísta frente a mí levanta su taza de café y da un sorbo mientras le pregunto:

–¿Y a quién le tocaba? ¿Quién venía después de Lastiri?

–Valentín Meneses –responde, y ya no dice más.

El grupo que mantuvo el control del partido y del estado durante más de seis años y lo perdió la noche del 4 de julio en las urnas, se había planteado la posibilidad de mantener la dirigencia del PRI como coto de poder para desde ahí reconstruirse de cara a un proceso electoral en el que el tricolor se observa con muchas posibilidades de recuperar la presidencia del país que perdió en el año 2000.

Pero las cuentas no les salieron. La “soberbia” que los perdió en el 2010 –uno de los errores que le costaron la gubernatura según el propio Alejandro Armenta Mier, dirigente del partido en durante el proceso electoral, en La Verdad Concreta— volvía a hacerse presente. Como si hubieran perdido de vista que tras el 4 de julio la composición de fuerzas en su propio partido había cambiado o estaba en proceso de.

Ángel de la Rosa Pérez, coordinador de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, explica que tras la pérdida del poder el PRI si bien no desaparece como partido si cambia su centro de poder y se atomiza.

Foto: Joel Merino.

Y eso fue justo lo que pasó, tras recibir la dirigencia estatal Lastiri se olvidó de compromisos con el grupo que lo había colocado en esa posición, y trató de dirigir un partido que ante la ausencia de un gran priista –el gobernador— como eje de articulación se concentró en los liderazgos menores, regionales y locales.

“La gran figura tendría que ser el presidente estatal del partido, pero no lo ha conseguido. Ve tan sólo lo que le costó sacar adelante la renovación de las dirigencias municipales. En Atlixco, por ejemplo, se bloqueó la toma de protesta de Álvaro Morales y la posibilidad de que se llegaran a los golpes estuvo latente todo el tiempo, y fue hasta que se abrió espacio para el otro grupo como se tranquilizó el asunto, pero Lastiri sabía que eso iba a pasar y aún así no fue capaz desde el principio de enfrentar a (Rocío) García Olmedo”. La que cuenta es una priista que le conoce las entretelas del partido.

Atlixco no fue el único caso, en Puebla capital la negociación se tensó en varios momentos y estuvo a punto de ser definida por el Comité Ejecutivo Nacional ante la incapacidad de la dirigencia local por lograr acuerdos, aunque al final se acordó que serían Claudia Hernández –personaje cercano a Mario Montero— e Iván Galindo –quien responde a intereses del grupo de Enrique Doger, la presidenta municipal y el secretario general.

Pero la negociación no fue tersa, provocó inconformidades entre los excluidos –encabezados por José Rocha Ramírez y la diputada federal Blanca Jiménez—, quienes adelantaron desde el pasado domingo que la siguiente semana vendrá a Puebla José Encarnación Alfaro Cázares, secretario general adjunto del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI para darle seguimiento al proceso de elección del Comité Municipal.

Se desquebrajó…

Tomada de laprimeradepuebla.com

Con el rostro desencajado, sonrisa nerviosa y una hoja entre las manos, Javier López Zavala, se proclamaba ganador de la elección a Gobernador. Es la noche del 4 de julio.

La encuesta de salida de la empresa Prospecta Consulting le otorgaba 7.2 puntos de ventaja respecto a su más cercano competidor: Rafael Moreno Valle Rosas, abanderado de la coalición PAN, Panal, PRD y Convergencia denominada “Compromiso por Puebla”.

Sin embargo la madrugada del 5 de julio, horas después de la elección de 2010, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) revelaba lo contrario; con el 92 por ciento de actas computadas el panista conseguía un millón 25 mil 220 votos, casi 11 puntos porcentuales por encima del delfín del gobernador, Mario Marín Torres. La era del partido hegemónico en Casa Puebla había terminado.

De inmediato el tricolor buscó culpables.

Mario Marín responsabilizó al gobierno federal panista, le adjudicó la “la compra de conciencias, compra de nuestros lideres”; el presidente del partido durante la coyuntura, Alejandro Armenta Mier, coincidió, pero también reconoció “soberbia” del PRI al minimizar al competidor.

Enrique Doger Guerrero, quien también buscaba la candidatura priista y se le negó el registro, le endosó la derrota a López Zavala, a la “necedad” del Ejecutivo y la dirigencia estatal de imponer candidatos, pasando por encima de los propios militantes; el aludido reviró y dijo que militantes “traidores” motivaron la debacle priista.

Los deslindes, las críticas, las acusaciones, evidenciaron una fractura al interior del partido. “Si no hay unidad ¿qué pasa? ¿Pasa mucho? ¿Se cae el cielo? ¿Viene un tsunami? No, pues no pasa nada sólo desaparece el PRI, punto”, ironizó el presidente de la Comisión de Procesos Internos del Revolucionario Institucional, José Alarcón Hernández.

Ha pasado más de un año desde que el PRI poblano sufrió la peor derrota electoral en su historia y no ha desaparecido como se pronosticó. Como tampoco lo hizo tras la derrota de Roberto Madrazo en el 2000.

¿Un nuevo conflicto para 2012?

Foto: EEF.

A decir del recién nombrado Secretario Regional del PRI en Puebla, Veracruz y Oaxaca, Jesús Aguilar Padilla, esta posibilidad está descartada. En la entidad se han reencausado los acuerdos, la inclusión, se respeta la pluralidad del partido, aunando a que –dijo- el piso está parejo para todos los aspirantes, por ello estimó que saldrán victoriosos del proceso de selección de candidatos.

Aunque se espera que los aspirantes ponderen la unidad y al partido por encima de sus proyectos políticos, el Comité Directivo Estatal (CDE) no está dispuesto a abrir el proceso de selección.

El dirigente estatal, Juan Carlos Lastiri advirtió que para la nominación de diputados (16) y senadores (2 por vía plurinominal y uninominal) el método podría ser a través de Asamblea de Delegados o por Consejo Político, pero no por consulta a la base como irónicamente el priismo elegirá al candidato a la Presidencia de la República para garantizar la inclusión y legitimidad del abanderado.

Mientras se define el método y se cumplen las fechas varios militantes emanados de diversas corrientes políticas levantaron la mano y no piensan ceder.

Foto: Es Imagen.

Para los dos espacios del Senado no se descarta la ex alcaldesa, Blanca Alcalá Ruiz,  que entre sus activos presume la cercanía con el CEN a través del ex diputado federal Jorge Estefan Chidiac; el diputado local, Enrique Doger Guerrero, quien además de la diputación local logró una posición en el PRI municipal y mantiene como aliado al líder de los trabajadores del ayuntamiento capitalino;

El ex candidato al gobierno estatal, Javier López Zavala, que a decir de algunos mantiene a los diputados federales como parte de sus fuerzas, aunque otros priistas revelan que ya son sólo dos los fieles: Isabel Merlo Talavera y José Alberto González Morales.

El diputado federal, Oscar Aguilar González; y su correligionario, Alberto Jiménez Merino; así como el ex dirigente estatal, Alejandro Armenta Mier, que entre sus activos presume a Alberto Sánchez Barranco, dirigente estatal del Movimiento Territorial, con el aval del dirigente nacional, Carlos Flores Rico.

Y el actual dirigente estatal de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), Fernando Morales, que se mueve por todo el estado gracias a la estructura de ese organismo.

Las organizaciones priistas buscan incluir a sus agremiados, el presidente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Leobardo Soto Martínez pidió dos candidaturas: San Martín Texmelucan y Puebla.

Además se menciona al ex secretario de Gobernación, Valentín Meneses Rojas; al diputado local, Edgar Salomón Escorza; la ex legisladora, Malinalli García; en su momento el ex candidato a la alcaldía capitalina, Mario Montero Serrano, no descartó competir.

Y es que tras la derrota electoral en 2010, los grupos significativos se dividieron.

PRI, ¿oposición?

Foto: EEF.

La carencia de un primer priista también ha repercutido en la cohesión de diputados en el Congreso local. Las votaciones de grupo quedaron atrás al grado que el sufragio de la bancada algunas veces no puede pronosticarse.

Además sus representantes en el Legislativo tampoco han logrado poner en jaque al gobierno morenovallista, ni han representado una voz crítica hacia su administración.

Y es que de las 37 iniciativas enviadas por Moreno Valle al Congreso en lo que va del año 35 fueron avaladas, 15 de ellas fueron modificadas en la redacción, pero los contenidos pasaron sin modificaciones de fondo. Todas consiguieron el respaldo priista, fueron prioritarias por encima de sus proyectos.

La benevolencia priista generó dudas, incluso trascendió que era un pago de facturas para evitar acciones legales contra ex funcionarios marinistas, el dirigente estatal se apresuró a desmentirlo.

“El PRI no va a ser un partido de choque, ni va a ser una oposición que esté obstaculizando el desarrollo del estado, vamos a ser una oposición que construya, una oposición que tenga reciprocidad con el gobierno de acuerdo al trato igualitario apegado a derecho”, justificó Lastiri Quirós.

La administración estatal huele a PRI

Afiliado al PAN e impulsado por el PRD, Nueva Alianza y Convergencia, pero también priista por más de 15 años y por herencia familiar, el nuevo gobernador recibía de su antecesor Mario Marín Torres las áreas operativas y la sede del Ejecutivo “Casa Aguayo”, a las 00:00 horas del 1 de febrero de 2011.

En teoría el priismo salía de Casa Puebla, pero en los hechos se quedaba.

De los 37 cargos de mayor importancia en el gabinete de primer nivel y ampliado, 19 fueron para priistas o personajes cercanos a Melquiades Morales, Enrique Peña Nieto, Beatriz Paredes y Ernesto Zedillo, documentó el Diario Reforma. Aquí algunos:

  • Bernardo Huerta Couttolenc, secretario de Transporte. Ocupó la Dirección de Administración de Bienes Muebles e Inmuebles de la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social durante el sexenio de Melquiades Morales.
  • Jorge Fouad Aguilar Chedraui, secretario de Salud. Durante la administración melquiadista se desempeñó como Secretario Particular en la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social del Estado de Puebla.
  • Patricia Leal Islas, contralora. Fue Subsecretaria del Transporte en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, también en el sexenio melquiadista.
  • Ardelio Vargas Fosado, secretario de Seguridad Pública. Diputado federal priista con licencia, personaje cercano a Enrique Peña Nieto.
  • Juan Pablo Piña Kurczyn, secretario de Servicios Legales y Defensoría Pública. Hijo del ex gobernador priista, Mariano Piña Olaya, ex secretario particular de Beatriz Paredes.
  • Karla Piña Kurczyn, asesora en la Secretaría de Turismo. Hermana de Juan Pablo.
  • Carlos Alberto Julián y Ruiz, director del DIF estatal. Hijo del ex procurador General de Justicia y ex aspirante a la alcaldía poblana, Carlos Julian y Nacer.
  • Víctor Manuel Barceló Rodríguez, subsecretario de Educación Básica. Ingresó a la administración morenovallista como subsecretario de Asuntos Políticos, la dejó para incorporarse a la SEP, fue funcionario del ex presidente Ernesto Zedillo.
  • Ludivino Mora Tejeda, director General de la Corporación de la Policía Auxiliar de Protección Ciudadana. Ex director de seguridad vial con Melquiades Morales.

No está acabado

Lo que no se puede hacer, señala en entrevista el politólogo de la Ibero Puebla, es pensar que por haber perdido la gubernatura el PRI está acabado como partido. “los elementos que le dan cohesión al PRI no permiten esa pulverización como se hubiera pensando en el 2000, que al ya no tener su centro de poder en el presidente de la República y muchos apostaban a que iba a desaparecer, y no fue así. Subsistieron liderazgos regionales y fueron los que le dieron fuerza al partido para levantarse. A nivel nacional lo vimos en el Estado de México.

Lo que al PRI podría perderlo, como ya pasa con los legisladores, es que el gobernador terminé por controlar al partido. Una posibilidad, a decir de algunos priistas, nada lejana: «No se te olvide –me dice el priísta del café–, que Lastiri empezó como melquiadista».

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