Lado B
Aprender de la interactividad
Por Lado B @ladobemx
18 de septiembre, 2011
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Hugo León Zenteno*

Una pregunta que comúnmente hago a mis pupilos: ¿qué sucede si abrimos un sitio de internet y no hacemos nada? La respuesta que recibo es unánime: nada. Valga el cuestionamiento anterior para comprender la necesidad de interacción que conllevan los medios interactivos, desde cualquier website o portal hasta las redes sociales más populares, los mensajeros instantáneos, los espacios de chat y las herramientas en dispositivos móviles. Este requerimiento de participación activa no es únicamente un cambio pragmático o rutinario sino una modificación sustancial a la relación que sostenemos con los medios de comunicación.

Históricamente, nuestro papel como receptores implicaba una intervención sumamente limitada. La sintonía radiofónica o televisiva era un fenómeno estático o en el mejor de los casos con una dinámica muy torpe, ya que los cambios de canal o estación requerían procesos poco fluidos. La llegada del control remoto facilitó la navegación entre canales y posibilitó la revisión rápida de opciones, sobre todo televisivas; aunque en ocasiones devino una dinámica de carrusel y de atención fragmentada. De cualquier forma, el consumo de medios tradicionales en general suponía elecciones menos constantes y, sobre todo, una mayor tolerancia a las emisiones aun cuando se discrepara con ellas en términos de gusto. La XEW (y las estaciones locales pioneras) y el Canal 2 como voces permanentes en el entorno familiar mexicano.

Por el contrario, la era de la información, el advenimiento del ciberespacio y más aún, la emergencia de las herramientas de web 2.0, han significado un impulso a la toma de decisiones receptivas -y participativas- en el ámbito del uso cotidiano que hacemos de dichos hipermedios. Clicks, rollovers, tecleos y scrolls son maniobras cada vez más reiteradas y habituales. Aún más, los sistemas de pago por evento, NVOD (near video on demand) y VOD (video on demand) han contribuido a implantar, poco a poco, una cultura de la elección razonada. De nuevo, optar por mirar lo que me agrada, en el momento en que lo deseo, alejado ya de las parrillas de programación, es una acción cada vez más común.

Es así que, en ocasiones, la lógica interactiva se contrapone a la antigua y tradicional lógica pasiva. Lo que es más, aquélla suele imponerse a ésta, por la sencilla razón que mi implicación es mayor en tanto ya soy un coautor del discurso mediático. Yo, pues, contribuyo efectivamente a la construcción del mensaje, al aportar mis ideas, perspectivas y decisiones, todas ellas en consonancia con mi propio arbitrio.

No obstante lo anterior, como público asociamos casi inevitablemente el patrón de consumo pasivo a los medios convencionales; el reto estriba en romper esa inercia y aplicar operaciones interactivas, electivas y críticas a nuestra recepción televisiva, radiofónica, cinematográfica, publicitaria y noticiosa.

*Académico en las áreas de Periodismo y Comunicación. Actualmente es profesor en la Escuela de Periodismo de la UPAEP y en la Universidad de las Américas Puebla. Sus áreas de interés profesional son: recepción crítica de medios, hipermedios y noticias; análisis del mensaje periodístico en diarios nacionales e internacionales; ciberperiodismo; análisis y consultoría sobre arquitectura de información, usabilidad y calidad semántica en websites. Vive en la ciudad de Puebla; gusta del arte, el beisbol, el chocolate y la lluvia.

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