El estigma, el elevado costo de los productos menstruales y la falta de instalaciones de agua y saneamiento causan la pobreza asociada a la menstruación en todo el mundo.
Para millones de personas en todo el mundo, los productos menstruales tienen un precio prohibitivo. Se puede culpar en parte a las políticas y las leyes fiscales insensibles a la dimensión de género, como, por ejemplo, el “impuesto rosa” que se aplica a los productos destinados a la mujer. Por otro lado, estas decisiones normativas se ven exacerbadas por el estigma y el tabú que rodea la menstruación. Por ejemplo, en muchos estados de los Estados Unidos, el Viagra (medicamento utilizado para tratar la disfunción eréctil) está exento de impuestos, mientras que los productos menstruales se clasifican como bienes de lujo y están sujetos a la tasa impositiva más alta.
Además, más de 1.500 millones de personas todavía carecen de servicios de saneamiento básicos, como baños privados. La falta de acceso a baños seguros obliga a que muchas niñas dejen de ir a la escuela y muchas mujeres al trabajo cuando tienen la menstruación. Como mínimo 1 de cada 10 mujeres y niñas en zonas rurales de 12 países no disponía de un espacio privado para lavarse y cambiarse durante su última menstruación.
Asimismo, la pobreza asociada a la menstruación se perpetúa por el estigma y la falta de información y educación. No solo se trata de que muchas niñas y mujeres carezcan de los conocimientos y la preparación necesarios para gestionar su período sino que, además, los encargados de formular políticas y los adultos con poder de decisión en escuelas y lugares de trabajo tampoco están bien informados sobre la menstruación.
En Bangladesh y Egipto, solamente el 32% y el 66% de las niñas, respectivamente, afirmaron saber lo que era la menstruación antes de tener su primer período, por lo que para muchas fue una sorpresa o incluso les causó miedo.
El estigma y la discriminación son mayores en comunidades en las que existen normas sociales y culturales nocivas en torno a la menstruación. Incluso hoy en día, en algunas partes del mundo, las niñas y mujeres que tienen el período son consideradas impuras o intocables, lo que restringe su libertad de movimiento y acceso a determinados espacios. Persisten mitos como el que señala que si las mujeres y niñas que están menstruando tocan ciertos alimentos, éstos se pudrirán. Tampoco pueden entrar en lugares de culto y deben permanecer aisladas.