Andrea Aguilar Pérez | Girl Up México
Hollywood siempre nos muestra dos extremos opuestos de la maternidad: por una parte, vemos historias donde las mujeres desean con todas sus fuerzas ser madres, por otra, mujeres que decididamente no quieren serlo. Tal vez incluso vislumbramos una tercera opción, en la que las mujeres que no quieren ser madres, cuando quedan embarazadas, deciden abrazar su maternidad. Y aunque me parece maravilloso que se presenten estos escenarios en series y películas de la cultura popular, pienso que estas narrativas retratan la maternidad de forma muy simplista.
No puedo escribir desde la perspectiva de alguien que no tiene la capacidad de gestar, porque sí la tengo, y me enfrento a la decisión de tener o no hijos desde esta posición, desde donde escribo.
La pregunta “¿quiero tener hijos?” cobró relevancia para mí hasta los 22 años, cuando tuve una relación más seria y por primera vez la irregularidad de mi periodo me jugó una broma pesada. Me di cuenta de que esta pregunta englobaba muchas cosas. Para empezar, los cambios físicos y emocionales que un embarazo podría traer consigo, en segundo, lo que ser mamá podría representar para mi vida profesional, no solo en ese momento, también ahora; y, por último, la repercusión que podría tener en la relación con mi pareja. Sé que la maternidad implica infinidad de cosas más, pero quiero centrarme en estas tres cuestiones porque dos de ellas afectan a la persona gestante de una forma diferente en comparación con su pareja.
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Foto: Ryutaro Tsukata | Pexels
Respecto a lo profesional, hay que hablar de la desigualdad económica, pues el estudio de Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred, 2017) demostró que en México, la brecha salarial entre hombres y mujeres era del 34.2% y la principal razón de esta diferencia está relacionada, entre otras cosas, con las licencias por maternidad. Además, en 2023 se comprobó que a pesar de que la población mexicana está compuesta en un 51 % por mujeres, ellas solo representan el 40.6 % de la fuerza laboral del país.
Carecer de un ingreso fijo pone en riesgo a las mujeres de sufrir violencia económica, como demuestra un estudio del Centro de Investigación en Política Pública, donde se reporta que, en 2021, 1.5 millones de mujeres mexicanas fueron víctimas de este tipo de violencia. Desde donde me encuentro, debo considerar estas cosas, pues quiero incursionar en el la industria editorial de la moda y si, según las estadísticas, ya es difícil encontrar un trabajo con un sueldo competitivo como mujer, en un mercado tan inaccesible, tener hijos parece un obstáculo para mi crecimiento profesional y una vida económicamente estable, al menos por el momento.
Ahora, si hablamos de los cambios físicos y emocionales durante y después del embarazo, hay que recordar que ninguna experiencia es igual. Dicho esto, algunos de los cambios en el cuerpo de una persona gestante son la inflamación de las extremidades, acidez estomacal, náuseas, dolor de huesos, caída del cabello y acné, por no hablar de la posibilidad de desarrollar diabetes gestacional y depresión postparto, cuyas incidencias en nuestro país son de 17.7% y 15% respectivamente.
Estos escenarios influyen también en el tercer aspecto: la relación amorosa. Cuando les pregunto a mis papás qué pensaron al enterarse de que tendrían una hija, me dicen que simplemente pensaron en tenerla, no existía otra opción en su mente y tampoco pensaron en las repercusiones que esto podría tener en su relación. Para mi papá, era claro que él saldría a trabajar y mi mamá se quedaría cuidando a las niñas. Para mi mamá, solo se trataba del turno de mi papá de prepararse profesionalmente, pero su turno, incluso con tres hijas adultas, aún no ha llegado.
Por otro lado, si bien mi papá conmigo fue un padre presente, cariñoso y proveedor, sé que mis dos hermanas mayores tuvieron una experiencia muy diferente, al igual que mi mamá. La experiencia de mi mamá con este hombre como esposo no es la misma que yo tengo con él como hija menor. Me es difícil pensar en mi mamá como un caso aislado cuando en mi entorno veo a tías, a mis abuelas, a las mamás de mis amigas e incluso a vecinas con experiencias similares.
Tomando en cuenta estos aspectos, debo reconocer que la idea de ser madre parece muy desoladora. Pero mi intención no es convencer a nadie de no tener hijos, sino una invitación a pensar en por qué quieres tenerlos, en si las condiciones para tenerlos son favorables o no y en qué podemos hacer para generar entornos adecuados para que la discusión no solo se trate de maternidades deseadas, sino también de paternidades responsables en nuestro contexto económico y social.
Foto principal: Lucas Mendez | Pexels
Andrea Aguilar Pérez es parte de la comunidad de Girl Up México, una organización liderada por juventudes que capacitan, inspiran y conectan con otras activistas por la igualdad de género. Haz clic aquí para leer más sobre Girl Up México y su trabajo impulsando a jóvenes agentes de cambio.