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Perú: De la crisis a la improvisación
La nueva crisis política de Perú va más allá de la inexperiencia admitida por el propio presidente Pedro Castillo
Por Connectas . @
08 de febrero, 2022
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El presidente peruano, Pedro Castillo, no había querido dar entrevistas hasta la semana pasada y en las únicas tres que aceptó, demostró por qué guardaba silencio. Lo hizo al afirmar, sin prever la trascendencia de sus palabras, que estaba aprendiendo a gobernar. En estos encuentros -uno de ellos con la cadena CNN- el jefe de Estado insistió en vincular este proceso de aprendizaje con algunas de las decisiones erráticas y nombramiento de personajes bajo sospecha de ilícitos que ha venido realizando. Procuró destacar el mensaje de que nadie lo preparó para ser presidente y que el país era su escuela. De forma explícita señaló que nunca se formó como político.

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Solo unos días después, la inexperiencia de Castillo quedó nuevamente confirmada al desmoronarse su tercer gabinete. En los próximos días en Perú jurará su cuarto equipo ministerial: en apenas seis meses de gobierno se han puesto el fajín tres cancilleres, tres ministros del Interior, tres ministros de Educación, dos ministros de Economía, entre otros altos funcionarios. Pero el nombramiento de Héctor Valer en la presidencia del Consejo de Ministros -quien rompió el récord mínimo de permanencia al verse forzado a renunciar al tercer día- marcó un punto de quiebre. Valer, un político tránsfuga de varios partidos y con serias denuncias por violencia familiar e investigaciones fiscales a cuestas, generó el rechazo de organizaciones, ciudadanos y políticos. Su llegada subrayó la orfandad programática de Castillo, quien se ve cada día más abrumado por sus responsabilidades.

En efecto, Castillo es maestro de escuela pública, sindicalista y ex rondero, es decir, miembro de los grupos civiles conformados en los años ochenta para luchar contra Sendero Luminoso. Él concentró el voto de millones de peruanos de las comunidades andinas y rurales cansados de los políticos tradicionales que los mantienen al margen de las decisiones de gobierno. Ciudadanos de regiones que, pese al crecimiento económico del país, no vieron reducidas las brechas de desigualdad ni inversión pública suficiente para acceder a servicios de calidad. La presencia de Castillo les prometía, precisamente, mayor representatividad.

Desde 2016 el Perú está sumergido en un estado de crisis permanente. Durante este tiempo renunció el presidente Pedro Pablo Kuczynski, luego de dos intentos de destitución promovidos por el fujimorismo; Martín Vizcarra, el vicepresidente que lo sucedió en el cargo, fue destituído por el Congreso y Manuel Merino, quien asumió el mando, dimitió a los pocos días tras marchas masivas en su contra que derivaron en la muerte de dos jóvenes.

Las elecciones presidenciales de 2021 debían marcar el inicio del retorno a la estabilidad, pero esta fue una contienda polarizada, entre contendores que se definieron tardíamente para una segunda vuelta y con los porcentajes más bajos de votación desde el retorno de la democracia. Pero sobre todo, con un electorado apático ante las opciones que tenía al frente.

Luego de la ajustada victoria de Castillo sobre Keiko Fujimori, el partido de ésta impulsó acusaciones de fraude -sin pruebas- que impidieron una transición adecuada. Pero vino después una cadena de decisiones erráticas, renuncias, despidos, sospechas de corrupción, en suma, una convulsión política propiciada, esta vez, por el mismo Palacio de Gobierno. De modo que las palabras de Castillo solo vinieron a confirmar que el timonel del Palacio no tiene claro cómo dirigir al país.

Sin embargo, para el sociólogo y magíster en Ciencia Política Omar Coronel, la crisis actual no se circunscribe solo a la inexperiencia de Castillo, sino a la ausencia de políticos profesionales y partidos sólidos, producto del desprestigio acumulado en los últimos años y que les han restado confianza de la ciudadanía. “No es un problema solo de la izquierda, la ausencia de políticos profesionales y de partidos es un problema de todo el sistema político. Desde hace 30 años el Perú está en el mito de Sísifo, donde sectores progresistas se suman a apoyar a nuevas personalidades, pero lamentablemente acaba mal. Ocurrió con Alberto Fujimori, con Alejandro Toledo, Ollanta Humala y ahora con Pedro Castillo”, señaló el también docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

Fujimori, ingeniero agrónomo y profesor universitario; Toledo, economista que destacaba en sus discursos su imagen andina e historia de éxito personal; y Humala, militar que se manifestó contra Fujimori, tienen en común que el pueblo los eligió por ser del pueblo. Presidentes que llegaron al poder sin historial político y trabajo comunitario, pero con una promesa de representatividad y cambio social.

 

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*Foto de portada: Pixabay 

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CANIJO CONEJO

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