Lado B
Las desigualdades matan
Por Roberto Alonso @rialonso
18 de enero, 2022
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Hay muertes que sin las desigualdades existentes no tendrían lugar. Muertes evitables que pudieron haber no sido si se hubieran atendido las carencias y las injusticias que las determinaron. Muertes que se ensañan con las personas más desaventajadas.

Con tono incisivo, Oxfam dio a conocer en días pasados su informe anual bajo el título «Las desigualdades matan«, acompañado de un imperativo reclamo: se requieren medidas sin precedentes para acabar con el inaceptable aumento de las desigualdades por la COVID-19.

Como lo hace cada inicio de año, Oxfam intenta poner al centro del debate global la gran fractura que representa la desigualdad. Los datos más recientes son escalofriantes: al mismo tiempo que los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron sus fortunas desde el inicio de la pandemia, más de 160 millones de personas cayeron en la pobreza; los 10 hombres más ricos del mundo detentan la riqueza equivalente a las 3 mil 100 millones personas más pobres del planeta; las desigualdades económicas, raciales y de género están detrás de la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos; 252 hombres poseen más riqueza que las mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe.

Pero esta vez lo hace denunciando la letalidad que las desigualdades han mostrado durante la pandemia por COVID-19, llamando enérgicamente a poner un alto a la ola de muertes que esta emergencia sanitaria ha provocado —alrededor de 17 millones a nivel mundial—, y a la escalada con la que nos acercamos como especie a escenarios de mayor riesgo por la crisis climática. El vergonzoso apartheid de las vacunas “está cobrando vidas y está alimentando las desigualdades en todo el mundo”, señala la organización.

Un gran número de personas que no pudieron acceder a tiempo a las vacunas, incluso cuando estas podrían haberse producido y distribuido de manera más amplia al compartirse la tecnología necesaria, «han fallecido porque no tenían acceso a asistencia hospitalaria básica u oxígeno cuando lo necesitaban, debido a las carencias de sistemas públicos de salud infrafinanciados. Han fallecido por la incapacidad de tratar a tiempo otras enfermedades debido a la sobrecarga de los centros públicos de salud, y porque no podían pagar por asistencia médica privada. Han fallecido por la desesperación de perder sus medios de vida. Han fallecido de hambre al no poder comprar alimentos. Han fallecido porque sus gobiernos no podían ofrecer la protección social básica necesaria para sobrevivir a la crisis, o porque simplemente decidieron no hacerlo”.

Si la pandemia ha resultado tan letal y prolongada, es por las desigualdades existentes. La desigualdad de ingresos, por ejemplo, se ha convertido en un determinante mayor a la hora de estimar la muerte de una persona contagiada por COVID-19.

Mientras tanto, las personas más ricas en el orbe no dejaron de enriquecerse y somos testigos del mayor aumento anual de la fortuna de los multimillonarios desde que hay registros. “Solo con las ganancias que Bezos ha amasado desde que comenzara la pandemia —puede leerse en el reporte— se podría vacunar a toda la población mundial”.

Así, la nueva variante más peligrosa para el planeta, sentencia Oxfam, es la riqueza de los multimillonarios.

Ante este estado de cosas que ha sido deliberadamente construido, Oxfam denuncia que son necesarias medidas sin precedentes al alcance de los gobiernos, decisiones con las que deben desmantelarse también de manera deliberada las estructuras injustas que permiten que las desigualdades terminen con la vida de las personas.

Las propuestas que se perfilan de cara a una agenda en la que la igualdad sea la prioridad no están escritas en piedra, son acaso un punto de partida que debe llevar al concierto de naciones a tomar decisiones en perspectiva global, sostenible e incluyente: a) reintegrar la riqueza extrema en la economía real para abordar las desigualdades, b) reorientar la riqueza para salvar vidas e invertir en nuestro futuro, y 3) cambiar las reglas y las dinámicas de poder en la economía y la sociedad.

El detalle de estas medidas orientadas a una fiscalidad progresiva y a una mayor intervención pública en la economía puede consultarse en el informe, pero el dilema central es el siguiente: o continuamos alimentando una economía violenta que mata a las y los más vulnerables, o ponemos al centro a las personas y construimos una economía centrada en la igualdad, comenzando por ponerle fin a la pandemia acabando con las prácticas monopólicas sobre las vacunas.

Estamos, en palabras de Oxfam, ante “la gran elección de nuestra generación, y ha llegado el momento de tomarla”.

*Foto de portada: Pan Przemek | Flickr

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Autor Lado B
Roberto Alonso
Coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática.
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