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#COVID-19, la peor crisis laboral desde la Segunda Guerra Mundial: OIT
Para disminuir el impacto recomienda apoyar a empresas, empleo e ingresos; estimular economía; proteger a trabajadores y diálogo social entre gobiernos, trabajadores y empleadores
Por Lado B @ladobemx
07 de abril, 2020
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COVID-19, la peor crisis laboral desde la Segunda Guerra Mundial: OIT

Foto: Marlene Martínez

Axel Espinosa

@axelbeto

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que la pandemia ocasionada por COVID-19 y las diferentes medidas para erradicarlo en el mundo han paralizado total o parcialmente la fuerza del trabajo global, afectando a 2 mil 700 millones de trabajadores, es decir alrededor del 81 por ciento de la fuerza laboral mundial.

Las afectaciones a nivel económico y en el sector de la salud de esta emergencia sanitaria significan la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, revela el informe “El COVID-19 y el mundo del trabajo”, difundido este martes. 

El cierre y la correspondiente interrupción de la actividad económica, las restricciones de viaje, el cierre de escuelas y otras medidas de contención han tenido repercusiones repentinas y drásticas en los trabajadores y las empresas, señala la OIT. 

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Según sus estimaciones, en las últimas semanas ha habido un rápido aumento de los cierres de lugares de trabajo. El 81 por ciento de la fuerza laboral mundial vive en países donde se ha ordenado o recomendado el cierre de los lugares de trabajo.

A nivel mundial 2 mil millones de personas trabajan en el sector informal (la mayoría en las economías emergentes y en desarrollo) y corren un riesgo especial, ya que carecen de la protección básica que los empleos del sector formal suelen ofrecer, como es la cobertura de seguridad social.

En los países de ingreso mediano-alto que han decretado o recomendado el cierre de los lugares de trabajo, el empleo representa el 87 por ciento de la fuerza laboral, mientras que en aquellos de ingreso alto es el 70 por ciento, de modo que la crisis económica por el COVID-19 está afectando a los 3 mil 300 millones de integrantes de la población activa mundial.

A su vez el informe de la OIT indica que la crisis económica por el COVID-19 está causando una reducción sin precedentes, tanto en la  actividad económica como la del tiempo del trabajo, pues según sus estimaciones habrá una reducción de horas laborables en distintos sectores de cerca del 6.7 por ciento, equivalente a 195 millones de trabajadores a tiempo completo (suponiendo un trabajo de 48 horas semanales). Por consiguiente, muchos de estos trabajadores deberán afrontar una pérdida de ingresos y más pobreza, incluso en caso de encontrar otras actividades.

Por lo anterior, se prevé que la disminución de tiempo de trabajo se producirá en los países de ingreso mediano alto, aunque la repercusión es comparable en todos los grupos de ingresos.

Así mismo se informa que los sectores de la economía que sufrirán una caída drástica en su producción serán los servicios de alojamiento y de servicio de comidas, las industrias manufactureras, el comercio al por mayor y al por menor, las actividades inmobiliarias, las actividades administrativas y las comerciales.

Dichos  sectores emplean a mil 250 millones de trabajadores en todo el mundo, lo que representa casi el 38 por ciento de la fuerza de trabajo mundial. Según el contexto de cada país, los trabajadores de dichos sectores se enfrentan a una reducción drástica y arrolladora de las horas de trabajo, a recortes salariales y a despidos.

El posible aumento del desempleo mundial durante 2020 dependerá de manera considerable de la evolución futura y de las medidas políticas que sean adoptadas. Existe un riesgo elevado de que para final de año la cifra será significativamente más alta que la previsión inicial de la OIT, de 25 millones de desempleados.

Por lo consiguiente, para disminuir el golpe económico que ya se está viviendo causado por el COVID-19 es necesario adoptar medidas políticas integradas y a gran escala, centradas en cuatro pilares: apoyar a las empresas, al empleo y los ingresos; estimular la economía y los empleos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y utilizar el diálogo social entre gobiernos, trabajadores y empleadores a fin de encontrar soluciones, señala el estudio que puede consultarse aquí

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