Todavía recuerdo la vez que conocí el pornoterrorismo. Era adolescente y me impactó demasiado el trabajo de Diana J. Torres, especialmente sus performance explícitos que exponen la animalidad que hay en el placer. No lo entendía y cumplía perfectamente en mí su cometido: me aterrorizaba.
Mi educación católica tenía mucho que ver, pero en ese momento ya coqueteaba con el feminismo –así es como había llegado al trabajo de Diana–, por lo que una de las frases del libro Pornoterrorismo fue fundamental para mí: “Vivimos sin remedio dentro de estos amasijos de carne y para comenzar cualquier lucha lo primero es vivir en un lugar que nos pertenezca”.
Desde el momento en que leí esa frase entendí: (1) que mi cuerpo no me pertenecía, (2) que quería hacer todo lo posible porque fuera mío porque, ya saben, vivo en, por y con él.
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Y comencé a buscar cómo hacerlo. Cómo resignificarlo, reapropiármelo, cuando todo el tiempo se me exige que lo calle, lo estetice, lo limpie, lo optimice, porque es objeto de consumo y explotación para otro(s). Cómo quitar(me) la incomodidad a que tenga vello, despida olores, fluidos y, sobre todo, a que sienta placer.
Así que seguí el fundamento del pornoterrorismo –que me hizo entenderlo–: “Hacer lo que me sale del coño”. Que básicamente en mí se tradujo en que comencé a conocer y explorar mi cuerpo desde la curiosidad, el auto cuidado y la responsabilidad.
Sin embargo, aunque se dice y se lee fácil, el reapropiarte de tu cuerpo es una tarea un poco abrumadora. Difícil cuando todo el tiempo hay un bombardeo de información sobre cómo debe lucir, cómo debes usarlo o por quiénes debe ser usado; pero a la vez hay un vacío gigante de información al respecto de la sexualidad, sobre todo si eres una persona con vulva. Y complicada, cuando por el ritmo de vida, por estudios, trabajo, familia o lo que sea, se te impide tener el tiempo suficiente para explorar y conocer tu cuerpo.
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Por ello, estos días de encierro por la pandemia de COVID-19, en los que las horas se alargan y estamos más conscientes de nosotros mismos, parecen ideales para seguir o empezar con la reapropiación del cuerpo. Así que les comparto una lista de recomendaciones –enfocadas a personas con vulva– de sitios web, personas y proyectos que me han ayudado en este viaje con mi cuerpo y el disfrute que me provoca.
Al nombrar las cosas puedes conocerlas y cuidarlas. Partiendo de eso, me parece muy importante saber los nombres de los órganos que tengo entre las piernas, sus funciones. Es increíble que antes yo no supiera de la existencia de las glándulas parauretrales o las glándulas vestibulares mayores, ni para qué servían. El proyecto de Anarchagland de Gynepunk (klau chinche) es una gran manera de conocer anatómicamente tu cuerpo por la investigación que ha realizado y el material que tiene en su portal. Pero especialmente me gusta porque cuestiona y denuncia la manera en la que se ha generado el conocimiento médico respecto a las personas con vulva (Spoiler: a través de tortura).
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Gynepunk también es un laboratorio de investigación ginecológica que lidera klau chinche (nombre que usa en redes), al que puedes acceder por aquí si te interesa la ginecología autogestiva y la información más específica relacionada con salud sexual.
Pussypedia es una página web bilingüe ideada por Zoe Mendelson, periodista estadounidense, y María Conejo, artista visual mexicana, cuyo objetivo es generar información accesible y verificada respecto a las personas con vulva-vagina –que nombran “pussy”–.
Los artículos que se publican en Pussypedia son de una variedad bastante admirable, pues tocan temas desde aspectos políticos a considerar respecto a la legalización del aborto, hasta el por qué las vulvas sudan, la importancia de la masturbación, la salud trans, las agresiones sexuales, etc.
Aparte de la información escrita que brinda la página, una de mis cosas favoritas es el modelo anatómico interactivo 3D de la “pussy” que tienen. A mí me ayudó a entender realmente cómo están acomodados mis órganos, así como a poder nombrarlos.
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Alicia Delicia es una psicóloga y sexóloga que se presenta como experta en placer. Da talleres, antes presenciales y ahora por la contingencia de salud los realiza en línea, sobre salud sexual para personas con vulva, masturbación, placer y relaciones. Alicia explica detalladamente los temas y tiene una gran apertura para dudas y comentarios.
Sus pláticas tienen costo, lo cual puede ser un problema si no tienes la posibilidad económica. Pero puedes seguirla en sus redes sociales (Twitter, Instagram), donde también da recomendaciones –por ejemplo, sobre sexo oral– y cuenta un poco de su vida para reflexionar, como acerca de relaciones poliamorosas.
César Galicia es un psicólogo-sexólogo que escribe en animal.mx y tiene un canal de YouTube llamado Sexplaining. El contenido que genera en las dos plataformas es bastante ameno y accesible. César explica desde conceptos, como el deseo sexual, el género y sus expresiones, hasta cosas prácticas, enfocadas a personas tanto con vulva como a quienes no tienen: recomendaciones de libros, cómo hacer sexting o cómo manejar los celos.
Si alguna vez te has preguntado si la forma de tu vulva es “normal”, Gynodiversity es un proyecto que comprueba que todas son diferentes, que no hay ninguna forma perfecta, y ninguna persona debe sentirse incómoda por cómo es su cuerpo.
Desde 2012, Vicky Pryce-Henderson, una fisioterapeuta británica, se dio a la tarea de comparar vulvas y conocer sus características, pidiendo fotos voluntarias. Con la respuesta que obtuvo en redes, generó un banco de imágenes con el que pudo realizar una investigación que puedes leer aquí. En esta registra las variaciones fisionómicas –que nadie había documentado– de los genitales de personas con vulva abriendo nuevas posibilidades de investigación respecto a estos.