Ahí vienen las ánimas, a través del tiempo
sembrando raíces a través del miedo.
El silencio dominaba el ambiente. Eran alrededor de mil quinientas personas sobre el atrio de la Catedral de Puebla levantando la mano derecha y moviendola de un lado a otro como señal de júbilo, generando una vibra propia. Hombres y mujeres vestidos de negro: abrigos, botas, gabardinas, vestidos, faldas de terciopelo, maquillaje en el rostro adueñados de ese espacio litúrgico.
—Creo que es la imagen más sorprendente que he visto. Fue impresionante ver esas simbologías y esas normas rituales de expresión del movimiento dark en el atrio de la Catedral—, dice Hugo Cabrera, director de la revista Subterráneos.
Aquél día de noviembre de 2003 se presentó Sanguis et Cinis –banda austriaca de gothic rock– en ese espacio como parte del Festival Internacional de Puebla (FIP).
La cancelación de los conciertos que la banda austriaca tenía agendados en la Ciudad de México provocó que en esa jornada del festival llegara gente de otros estados como Tlaxcala, Veracruz y de la propia CDMX.
Había un elemento más que hizo que el concierto adquiriera un estatus transgresor: “El nerviosismo de las autoridades eclesiásticas y civiles se desató previo a la publicación del programa del festival, mismo que generó expectación e incluso una protesta de un pequeño grupo (unas 20 personas) que se manifestó antes de la jornada alegando la ‘desacralización’ del espacio del atrio catedralicio”, se relata en las Memorias del FIP.
El concierto se convirtió en un emblema para la subcultura gótica en la ciudad de Puebla, lo que colocó a la ciudad como un punto de referencia en la escena oscura del país.
La subcultura gótica surgió a finales de los años setenta en Londres y Berlín, influenciada en gran manera por el punk, movimiento que nació como protesta hacia las desigualdades económicas y sociales, y los convencionalismos de la época.
Los góticos se inspiraron en escenarios lúgubres y oscuros retratados en la literatura de Edgar Allan Poe, Horace Walpole, Charles Baudelaire o Bram Stoker; Esas fueron algunas de las influencias de las que empezaron a abrevar bandas post-punk como Bauhaus, Joy Division, Souxie and the Banshees, o los francamente oscuros The Sisters of Mercy, que además atrajeron a otro tipo de manifestaciones en el cine, la pintura, el teatro, el performance o la fotografía, cercanas al movimiento gótico.
Estas expresiones retoman principalmente ideas del romanticismo, corriente artística y filosófica que manifestaba la soledad, la tristeza, el pesimismo, la depresión y la muerte, además de la búsqueda de la raíz y la libertad del alma humana.
Aunque uno de los principales íconos de las primeras olas del gótico fueron los vampiros, no es gratuito que uno de los primeros himnos del movimiento haya sido Bela Lugosi’s Dead, de Bauhaus, que revive al actor austro-hungaro que personifico al conde Drácula.
De la misma manera, quienes forman parte de la escena “mantienen un gusto hacia la muerte, lo fúnebre, lo lúgubre, una combinación entre lo macabro y lo místico«, según se lee en la tesis de maestría en antropología social titulada “El movimiento oscuro en la ciudad de México”.
En México, y en algunos países latinoamericanos, esta escena también se conoce como dark. El término generó una discusión, pues por una parte los góticos más radicales pensaban que los dark enfocaban su atención únicamente en la estética, como una moda, y que no veían el trasfondo cultural del movimiento.
En un principio esta separación era visible en los pequeños conciertos o en los lugares de reunión, pero al realizarse conciertos más grandes, el conflicto se volvió irrelevante para la mayoría.
Así pues, su estética, una de las características más representativas, fue evolucionando con el paso de los años. En un principio tuvo una gran influencia de la vestimenta punk, con la ropa de cuero y las botas altas.
Más adelante, otros elementos, inspirados en personajes del cine de terror, en la época victoriana y el bondage, se fueron agregando a la ropa: gabardinas largas de piel que cubren casi todo el cuerpo, camisas de escarola, prendas de encaje o de terciopelo, corsets, lencería, vestidos largos para las mujeres y faldas largas para ambos géneros.
También comenzaron a utilizar accesorios diversos como collares y pulseras con estoperoles y hebillas, crucifijos o botas de bruja; y a usar maquillaje, con el cual simulaban palidez y adornaban sus ojos con sombras negras o de colores oscuros.
A mediados de los 80 —relata Hugo Cabrera— la música oscura se introdujo en la Ciudad de México gracias a espacios radiofónicos como Los Cuernos de la Luna, programa conducido por Iñaki Manero que se transmitía en la estación Rock 101, y más tarde Gaveta 12 a cargo de Clauzzen Hernández.
Lo que empezó a generar una audiencia fiel interesada en la música oscura y las temáticas góticas que poco a poco fueron ganando espacios en lugares como el tianguis sabatino de El Chopo, uno de los epicentros más importantes en la ciudad de México para los movimientos contraculturales.
La cercanía con la Ciudad de México hizo que la música y la estética se expandiera y llegara finalmente a Puebla. A finales de los 90, cuenta Hugo, la estética dark ya era más visible en Puebla.
Recuerda que en Plaza Dorada se reunía un grupo de personas vestidas de negro con el único objetivo de hacerse visibles; sin embargo, en varias ocasiones sufrieron de discriminación pues hubo ocasiones en las que la policía llegaba al lugar sólo para hacer que se retiraran.
Ya en la primera década del siglo Iskander y Gaby llegaron a Puebla procedentes de la Ciudad de México y pusieron una tienda de ropa dark llamada Nocturnal Nosferatu, un espacio que también fue aprovechado para organizar exposiciones de pinturas, performances y círculos de lectura enfocados en escena gótica.
Antes de eso utilizaban un espacio llamado La Ciricua para organizar bazares de música gótica y traer a bandas como Hocico –actualmente uno de los proyectos musicales mexicanos más reconocidos a nivel mundial dentro de la escena oscura–.
[quote_right]La cercanía con la Ciudad de México hizo que la música y la estética se expandiera y llegara finalmente a Puebla. A finales de los 90, cuenta Hugo, la estética dark ya era más visible en Puebla. [/quote_right]
A la par, ellos se encargaron de tejer vínculos con la Secretaría de Cultura, con lo cual lograron que se incluyeran a ciertas bandas en los festivales que organizaba la dependencia. Con esta relación se consiguió que bandas como Human Drama, Christian Death, Corvus Corax o Ataraxia tocaran en la ciudad.
El FIP y el Festival Palafoxiano hicieron que este movimiento se fortaleciera y tuviera una época dorada, momento donde Puebla se convirtió en un referente de la escena dark en el país.
Así, gente de la CDMX, lugar que siempre ha tenido la escena más consolidada —por contar con más espacios de expresión como El Under o el Centro de Salud—, se acercó a ver lo que sucedía en Puebla.
—Se trata del miedo, de ese miedo que desde el inicio del ser humano nos ha dominado; desde que el chamán y líder del clan empezaba a creer, a intentar manipular los cambios climáticos y los fenómenos naturales mediante palabras y oraciones; de la consagración de los sentimientos—, dice El Cuervo, conductor del programa de radio El Teatro de las Ánimas y uno de los pioneros de la escena oscura en Puebla.
Su relación con lo oscuro comenzó desde que era un niño, en aquella época su gusto por la melancolía y por los espacios herméticos como las catedrales góticas pasaron a formar parte de su vida. Recuerda caminar en una procesión del silencio en Viernes Santo, vestido con un hábito de padre Mercedario, con el incienso en sus manos, sintiendo el dolor, la pena y la oscuridad del acto.
Años más tarde, a finales de los 80, mientras estudiaba Biología en el Edificio Carolino, se encontró en un bazar la cinta The Serpent Egg de la banda británica-australiana Dead Can Dance –emblemática del movimiento oscuro al crear atmósferas misteriosas y sombrías–, obra que lo metió de lleno en la escena.
—Comencé a comprar mucho material en tiendas como Música Compacta, que estaba por el Centro Escolar, o en Zepellin en Plaza Crystal; mis parámetros eran The Sisters of Mercy y Dead Can Dance. Me reunía con cinco o seis amigos y hacíamos tertulias. Llevamos cassettes, tomábamos vino, cenábamos. Nos gustaba combinar la música con la literatura, con los poetas malditos, con los románticos.
En aquel tiempo, cuenta, no había tiendas de ropa dark, pero él ya se vestía con pantalones y camisas negras, se maquillaba y se peinaba al estilo de Robert Smith –uno de sus más grandes iconos– por iniciativa propia.
Tiempo después, en 2001, motivado por proyectos radiofónicos anteriores –como El Limbo, en el cual se transmitía música trance y gótica—, y por su paso en la galería El Arlequín, en la cual se realizaban diversas exposiciones con temáticas oscuras, inició su programa “El Teatro de las Ánimas”, un programa de radio en el que se lee literatura gótica y se escucha música industrial, post punk, gothic rock, electro, dark ambient, minimal synth, death rock y todos los géneros asociados a la corriente oscura.
Su programa se convirtió en un referente de la subcultura dark no solo a nivel local, sino también a nivel nacional.
Él relata que en un concierto de The Cure en 2007, afuera de El Palacio de los Deportes, un vendedor le platicó sobre un programa de Puebla en el que se escuchaba música gótica, luego de unos momentos de sorpresa, le dijo que él era El Cuervo y que se trataba de su programa. Esa situación también le pasó en El Chopo y en el Circo Volador, espacios emblemáticos de las contraculturas en la CDMX.
—Ya se perdió esa conexión. Como diría William Blake, la melancolía tiene corazón humano y el corazón humano es una garganta siempre hambrienta. Se les acabó esa hambre en la línea oscura. Ahorita hay una crisis en Puebla, porque algunos de los que están retomando esta bandera ya no lo toman en serio, solo en la estética—, expresa El Cuervo.
El cambio en la rutina de muchas personas que levantaron al movimiento en la década pasada, y otros hechos como el regreso de Iskander a la CDMX tras el fallecimiento de Gaby, el cierre de Nocturnal Nosferatu, y que el número de conciertos se redujera con los años pues también se fue agotando el impulso estatal que se había logrado a través de la Secretaría de Cultura del estado. Todo esto provocó que de esa escena se quedará sólo con algunos rescoldos.
—Pienso yo que empezó a dispersarse el movimiento porque la gente, los colectivos que estaban activos en el 2002, 2003, grupos de teatro, pues son gente que se casaron, que ya están en otros matices, en otros canales, que siguen amando esta música y la literatura, pero que ya no tienen el tiempo.
El Cuervo lleva más de 18 años buscando compartir música y literatura en los espacios que ha conseguido. Actualmente ya no sigue la estética dark, y cuenta sin el menor problema sobre su gusto por la ropa de colores claros en días de calor, pues dice que lo oscuro realmente se encuentra en el conocimiento y en el corazón.
—La escena gótica es individualista, cada quien tiene su percepción, no existe un modo de cómo ser dark o gótico—manifiesta El Cuervo.
***
Ahí vienen las ánimas, a través del tiempo…
Es Tolza, la primera banda arriba del escenario. Alrededor hay globos plateados, arriba los instrumentos, las luces, y en el fondo las letras “Triste Festival”. En otro espacio hay estantes que venden mercancía y parafernalia dark: botas, vinilos, anillos, una ouija, fotos, entre otras cosas.
La gente platica, fuma, bebe cerveza, baila o se aísla en algún rincón para disfrutar de las bandas y los DJs. Aunque el festival está dedicado a la escena dark, no todos están involucrados en ella. “Vine porque me gustan todos los eventos de contracultura”, dice alguien. Es un acto de resistencia.
—Nos quedamos los aprendices de quienes levantaron la escena oscura en Puebla, y ahora nos toca hacer los eventos a nosotros—dice Johnny Praga, uno de los organizadores.
Johnny es un hombre de 32 años, delgado, con unas patillas largas en el rostro. Es miembro de Velorio Party, una banda de post punk que formó junto al Yeah Speed, guitarrista del grupo de punk poblano los Sex Sex Sex.
Para Johnny, que vivió esa época en la que Puebla era un punto de referencia en el movimiento dark –de 2003 a 2007– por contar con diversos espacios artísticos relacionados y por tener a bandas internacionales representativas en los festivales de la ciudad, es lamentable que actualmente la escena se mantenga pasiva y que existan pocos intentos para reanimarla. Por ello decidió organizar junto a otras personas la primera edición del Triste Festival.
—[Pero] el festival no sólo lo hacemos para involucrar a la escena oscura, también es para la gente que no tiene este tipo de gustos se acerque a escuchar nuevas propuestas. En Puebla solo es Festival Catrina y traen las mismas cosas; por eso yo creo que la gente no exige más, porque no tienen una alternativa.
Ese era el plan, cuenta Johnny, que las personas se acercaran para salir de la monotonía musical sin importar que pertenecieran o no al movimiento.
—[Antes] había un interés más honesto. Es lamentable que en todos estos años hayan surgido muy pocas bandas relacionadas con el movimiento oscuro. Eso es lo que denota mucho la escena de un estado; el número de bandas que hay, el número de productores, y en Puebla eso es muy escaso.
La música suena, la gente baila y escucha. Mientras, Johnny va y viene por los pasillos de Santos Remedios –un bar cerca del Museo Amparo–, recibiendo a las bandas o revisando algunos detalles del sonido.
…sembrando raíces a través del miedo.
La canción termina, la gente aplaude. Afuera llueve, la oscuridad aparece tras el último eco de distorsión.
*Foto de portada: Christian FL
EL PEPO