Lado B
The Predator: Una franquicia decadente
Como un proyecto experimental, 20th Century Fox decidió crear un híbrido cinematográfico peculiar: una película belicista con ciencia ficción violenta
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
04 de octubre, 2018
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Foto tomada de The Top Blog

Hector Jesús Cristino Lucas

Todo comenzó como un proyecto experimental. La 20th Century Fox, aprovechando el éxito de dos grandes franquicias que se volvieron populares en la década de los ochentas decidió crear un híbrido cinematográfico de lo más peculiar. Se pretendía unir, primero: la ciencia ficción violenta –de clasificación R– que trajo consigo el fenómeno Alien (1979) de Ridley Scott, y segundo: una película belicista que “ondeara discretamente la bandera de Norteamérica” como lo hizo alguna vez el First Blood (1982) -o Rambo– de Ted Kotcheff.

Para esta arriesgada tarea se contrató al cineasta estadounidense John McTiernan –responsable también del filme Die Hard (1988)–, y a un elenco de súper estrellas que iban desde Jesse Ventura, Richard Chavez, Shane Black –ojo con este dato–, Carl Weathers y, por supuesto, Arnold Schwarzenegger.

Así fue como nació Predator en 1987:

La película, aunque un éxito taquillero como los que solía cosechar la propia 20th Century Fox, fue vapuleada por la crítica especializada sin piedad. La mezcla de estilos fue evidente, y muchos expertos la consideraban un subproducto descafeinado que poco o nada ofrecía para ambos géneros.

No obstante, estas críticas fueron desapareciendo a través de los años y el Predatorde John McTiernan no sólo se consideró un clásico instantáneo de la ciencia ficción y el cine de acción, sino todo un emblema también para el género de horror que hasta la fecha sigue cosechando fanáticos por todos lados.

El diseño de la criatura, por ejemplo, quedó como parte fundamental de la cultura pop. Y mucho hay que contar al respecto. Como por ejemplo que el diseño original no era nada parecido al que terminamos viendo en la película, y que el actor que le daría vida al temible cazador intergaláctico sería Jean-Claude Van Damme, pero que, por desacuerdos creativos, el actor afroamericano Kevin Peter Hall terminaría quedándose con el papel.

Oh sí, Predator, fue un fenómeno gradual; un éxito histórico asegurado… pero pasa que se estancó desde su primera entrega. Porque lo que sigue luego de ésta; todo lo que le acontece después -cinematográficamente hablando al menos- no es ni por asomo lo que alguna vez se llegó a considerar en sus inicios. Todo su éxito se debe única y exclusivamente a su primera entrega.

¿Cuál es la razón? Sus penosas secuelas por supuesto. Por ejemplo, recién entrada la década de los 90s se estrenó Predator 2. Y me parece, esta película cometió una cantidad de meteduras de pata que posteriormente se seguirían repitiendo tras cada entrega.

El concepto se cambió radicalmente. Aunque se tenía a Kevin Peter Hall repitiendo a la criatura, la jungla se cambió por la ciudad; “una nueva idea de jungla”. Ya no contábamos ni con la dirección de Ted Kotcheff, ni con la participación de Arnold Schwarzenegger. En cambio, se optó por añadir a Danny Glover y Gary Busey como protagonistas que, aunque no estuvieron mal… el público estaba esperando otra cosa.

Y resulta interesante, porque la secuela de 1990 dirigida por Stephen Hopkins, pese a todas sus flaquezas, sería la más digna de todas. Lo verdaderamente horrible vendría después.

Y no. No voy a hablar de los dos crossovers Alien vs Predatorque salieron a principios del siglo XXI porque estos ni siquiera forman parte de ninguna franquicia oficial: ni de Alien (1979) ni de Predator (1987). De hecho, son más bien películas “bonus” que ocurren en algún universo alterno en donde estas criaturas llegaron a confrontarse. Y ni siquiera son buenas…

¿Pero qué me dicen del Predators (2010) de Nimród Antal? Intentó volver a los orígenes de la franquicia trayéndonos de vuelta a una suerte de jungla y a un pseudo Arnold Schwarzenegger intercambiado por Adrien Brody. ¿Qué me dicen de ella? ¿Acaso vale la pena?

A esto me refiero con que la saga Predator no es nada destacable salvo por su primera parte. Se ha vuelto una franquicia de prueba y error sin pizca de continuidad. Una franquicia desaprovechada; decadente.

Y parece también que se ha vuelto la regla definitiva: cada entrega debe ser peor que la anterior. Es casi obligatorio. En pleno 2018 nos llega otra de esas películas decadentes de lo más peculiar dentro de la saga: escrita por los hermanos Black y Fred Dekker y dirigida esta vez por Shane Black, del que ya mencionamos, fue parte del elenco de la primera entrega. Algo muy curioso.

Pero terminemos con esto. The Predator (2018) de Shane Black es una especie de secuela que al mismo tiempo intenta ser un reboot de la franquicia. Es decir, que toma en cuenta los sucesos de entregas anteriores con el único fin de crear un nuevo camino a partir de esta. Algo muy parecido, por cierto, a lo que está intentando hacer tanto la saga Star Wars como la saga de Jurassic Park.

Aclaremos que no estoy en contra de que las películas actuales se alejen considerablemente del concepto inicial -¡defendí The Last Jedi, por Dios!- y este definitivamente no es el caso. The Predator (2018) hace una excelente vuelta de tuerca que al menos a mí me parece interesante y funcional. Sin embargo, lo que no me parece tan funcional es TODO su desarrollo.

La película es un fracaso descomunal porque no tiene identidad propia y no puede ejercer sus elementos como debería: pretende ser una comedia negra, pero al mismo tiempo ser una odisea de horror/gore como en sus glamurosos inicios. Pretende conseguir acción y suspenso mientras te provoca carcajadas.

Y esto no es como tal un defecto que podamos tomar dentro del mundo del cine, ya que grandes películas han unido géneros entre el horror y la comedia: véase Shaun of the Dead (2004), Killer Klowns of Other Space (1988) e incluso las primeras cintas de Peter Jackson, como Bad Taste (1987). Lo que critico aquí es que el humor es de lo más decadente. Es forzado y ridículo. The Predator (2018) no tiene identidad propia. Pero vayamos al meollo del asunto.

Como sabrán, el año pasado se dio la noticia de que The Walt Disney Company había comprado el estudio de la 20th Century Fox, y que pretendía involucrarse en el escabroso mundo de las películas de clasificación R como un nuevo concepto que podrían manejar. Y está bien, el problema ni siquiera es ese. Sino que cuando ocurrió este acontecimiento, el The Predator de Shane Black no sólo tenía ya una identidad propia sino gran parte de la película filmada.

De hecho, lo que se sabía es que esta película no sería de acción y horror, como siempre lo ha sido, sino más bien, una comedia de humor negro. ¡Tal cual!

El problema viene después. Porque Disney, luego de ver el primerísimo corte no quedó satisfecho del todo. Incluso se hablaba desde inicios del 2018 que se había involucrado tanto por esta nueva entrega que decidió realizar los temibles reshoots –es decir, volver a grabar muchas escenas– con el único fin de quitarle ese humor negro y añadir más violencia y acción.

¿El resultado? Una película de lo más inconsistente.

Pero también aclaremos que los famosos reshoots no son una idea del todo mala. En ocasiones, de hecho, ha funcionado de maravilla. Véase el caso del Rogue One (2016) de Gareth Edwards del que también se optó por regrabar ciertas escenas, a petición de Disney, para volverla acorde a los nuevos conceptos que manejaría la franquicia.

No obstante, este elemento no siempre funciona. The Predator (2018) de Shane Black es el ejemplo de ello. Porque la película quiere cumplirle a todos los géneros sin excepción y se olvida de ella misma. Quiere ser una odisea de acción desorbitante, una excelente comedia de humor negro y un filme de horror/gore a borbotones. Y sí, todo lo tiene, pero muy mal planteado. Se nota esa terrible confrontación de identidad que no termina de cuajar.

El futuro de la franquicia no es decadente. Y ni siquiera es por la participación de Shane Black –que, por cierto, fue el director de Iron Man 3– ni mucho menos de Disney. El problema es que, al parecer, no ha habido buenos guionistas ni directores involucrados en este tipo de películas. Y es una lástima, ya que el personaje Predator da mucho para explotar.

En todo caso, sugeriría leer ciertos cómics –como el Batman Versus Predator– en lugar de se seguir en este decadente universo cinematográfico. Eso sin duda.

Sinopsis:

“Ahora, los cazadores más letales del universo son más fuertes, más inteligentes y más mortales que nunca, y se han mejorado genéticamente con ADN de otras especies. Cuando un niño accidentalmente desencadena su regreso a la Tierra, sólo un grupo de exsoldados y una profesora de ciencias podrán evitar, quizá el fin de la raza humana…”

https://www.youtube.com/watch?v=4nSD3cuJKIs

*Foto de portada tomada de Paramount Channel

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com