Lado B
El origen de la risa. Entrevista a Guillermo Espinosa Estrada
"La risa es particularmente violenta. Hay una tensión entre esa risa social que te obliga a comportarte a partir de ciertos parámetros"
Por Javier Caravantes @javicaravantes
02 de septiembre, 2018
Comparte

Foto: María Fernanda Flores / Ilustraciones: Verónica Gerber.

Javier Caravantes

Lo primero que leí de Guillermo Espinosa Estrada (Puebla, 1978) era sobre tacos árabes. Nostálgico, con melancolía, desesperado se preguntaba si algún lugar del entonces DF habría descubierto cómo replicar el sabor poblano. Era la crónica de una derrota que leí desde mi cuarto de azotea en Coyoacán, mientras mi estómago extrañaba las cocinas de Puebla.

Proveniente de una familia de no lectores, para Guillermo los libros fueron una forma de forjar su identidad lo más alejado posible de su origen. Mis papás tienen tiendas de dulces. Siempre digo que si mis papás hubieran sido escritores yo vendería dulces.”

Las excelentes bibliotecas de su escuela lo acercaron a los libros, además compartía la afición con dos amigos; el padre de uno de ellos le prestaba más libros, hablaban de historias.

Yo quería ser director de cine. Escribí muchos guiones. Ya que no pude entrar a estudiar cine mi madre me obligó a que me inscribiera a una licenciatura en la Udlap. Me metí a Letras. Me gustó muchísimo, ya no regresé al cine.

Luego de graduarse cursó un doctorado en Boston, donde comenzó a administrar la biblioteca digital Bibliotheca Scriptorum ComicorumDesde entonces recopila, edita y traduce que exploren las posibilidades de la risa. Un tema del que escribió en sus dos primeros libros.

Me asignaron un cubículo en el tercer piso de la biblioteca Mugar, donde me enclaustré durante años a escribir mi tesis. Como la investigación me aburría sobremanera, solía divagar entre los estantes y los índices de los libros. En esas caminatas encontré y empecé a recopilar textos sobre el humor. Confeccioné una antología, escribí varias veces la introducción, notas y aparato crítico, pero el silencio de los editores fue unánime. Además, la tendencia de la antología a seguir creciendo también terminó por volverla un volumen imposible. Tiempo después descubrí que su naturaleza era más parecida a la de una biblioteca. Debo confesar que siempre he querido ser bibliotecario; creo que esta es la única forma de saldar conmigo ese deseo.

Guillermo regresó al país con la beca de la Fundación para las Letras Mexicanas. Desde entonces formó un grupo de trabajo invaluable con Verónica Gerber Bicecci, Pablo Duarte y Juan Pablo Anaya, que hasta ahora se siguen reuniendo para comentar sus textos. Si sé algo del oficio de escritor es por esas sesiones”.

En el 2011 formó parte del catálogo editorial de Tumbona La sonrisa de la desilusión, donde Guillermo explora además del ensayo la búsqueda narrativa en sus piezas.

Entre un caos de ruinas apenas visibles fue publicado en 2017 por la recién fundada editorial Antílope. Conversé con Guillermo en un café de San Andrés Cholula sobre varios temas a propósito de su más reciente libro.

¿Cómo fue y cuánto tiempo te llevo encontrar la estructura?

Fue un proceso largo, de no saber cómo iba a cuajar el texto. El ensayo que más tiempo trabajé fue el de Gelos, de la antigüedad clásica, la risa y las citas textuales. El ensayo era muy árido, cerebral, libresco. De ochenta cuartillas. Sentía que hacía falta algo y eso era más narrativa. Paralelamente estaba interesado en contestar una pregunta: para qué escribir ensayo hoy y cómo; en este momento, en este país en el que todo lo que no sea la paz pueda esperar. Se me ocurrió hacer este recorrido, como en vidas paralelas de estos profesores alemanes: Ernst Robert Curtius, Werner Wilhelm Jaeger, Erich Auerbach, Walter Benjamin.  Me interesa cómo reaccionan en un contexto tan dramático como la Segunda Guerra Mundial desde su ser lector, académico y escritor. El ensayo es un género tan noble que te permite jugar de diversas maneras, poner elementos en conversación. Me tardé cinco años haciendo el libro. Soy un escritor muy lento.

¿Bajo qué circunstancias decidiste escribir sobre la violencia en el país?

Mientras yo escribía el ensayo largo me pegó finalmente la narrativa de la violencia en México. Durante el sexenio de Calderón veía la violencia desde cierta distancia, pensaba que era un fenómeno sexenal, pero luego terminó el gobierno de Calderón, comenzó el de Peña Nieto y la situación no mejoró. Mientras estaba escribiendo el ensayo tenía las redes sociales abiertas y leí un titular donde decía que había desparecido un amigo mío. Ni siquiera tuve que darle el clic a la noticia, fue el momento en que la violencia entro a mi vida privada y ya no la podía ver a la distancia. Era una persona que podía haber sido yo. Era de mi misma clase social, de mi misma edad. Fue mi compañero de universidad. Luego me di cuenta que la historia podía ser más trágica porque no era mi amigo sino su sobrino, un homónimo. A las dos semanas apareció muerto, en una fosa, un chico de secundaria. Me tomé un tiempo para rediseñar mis clases de literatura que se me hacían anacrónicas, obsoletas, que no estaban apuntando o refiriéndose al menos tangencialmente al gran problema nacional. A medio semestre les di a los alumnos un nuevo programa de lecturas. Y al mismo tiempo me dediqué a pensar lo que iba a hacer con el ensayo que estaba escribiendo. Ahí me surgió la idea de incorporar el tren de vida de los filólogos alemanes. También la parte narrativa. Intento que el lector tenga la misma sensación que tuve con esa anécdota sin utilizar directamente la historia de este joven. Se me hacía profundamente inmoral echar mano de su tragedia para que yo escribiera mi libro. Preferí usar la ficción para recrear un sentimiento.

¿Qué descubriste investigando sobre el origen de la risa? 

La risa es particularmente violenta. Pensé que el dios de la risa podría encapsular lo mejor de los humanos, nuestra felicidad, las ganas de estar contentos, pero ya leyendo mejor las fuentes, Plutarco, Apuleyo, Filostrato, pareciera más bien que esa escultura era un objeto de violencia. La risa como un corsé social que no te permite, por ejemplo, ser un disidente pues sufrías sarcasmo y sátira de tus conciudadanos. En una época donde el honor significa algo, ser motivo de burla es perderlo todo. Revisando fuentes históricas hay una tensión entre esa risa social que te obliga a comportarte a partir de ciertos parámetros, un buen soldado, un buen político, alguien honorable. Un descubrimiento muy importante mientras hacía el libro es una serie de mitos mucho más antiguos que la cultura griega, donde la risa posee la capacidad de dar vida o de ayudar a la humanidad para sobrellevar crisis incluso meteorológicas. El mito australiano de que la risa remedia una sequía; el egipcio de que la risa vuelve a hacer que el sol brille. Me interesa ese lugar entre la risa mágica y la violenta.

¿Qué estás escribiendo?

Creo que es muy importante copiar. Literalmente textos. Ahora que no tengo la idea de un texto ambicioso decidí transcribir una sátira novohispana. Es un documento que está en el Museo de Antropología que no está digitalizado. Me ayuda un extraordinario exalumno. Estamos haciendo una edición crítica de este texto.

Como escritor, Guillermo Espinosa Estrada es divertido, suele recurrir a referencias eruditas mientras va en busca del riego estético; obra construida a partir del contraste. ¿Un escritor que escribe poco cómo se mantiene? Incansable maestro, Guillermo obtiene la mayoría de sus ingresos dando clases, también hace dictámenes, da talleresrevisa textos. Ocupa las mañanas para escribir.

Comparte
Autor Lado B
Javier Caravantes
Suscripcion