Lado B
La Bella y la Bestia, recordando el clásico de Cocteau
Una bestia terrible, aterradora y espeluznante, termina rendida ante la belleza de una dulce y delicada doncella. Esa es la premisa, básica como simbólica
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
26 de marzo, 2017
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Héctor Jesús Cristino Lucas

[dropcap]U[/dropcap]na bestia terrible, aterradora y espeluznante, termina rendida ante la belleza de una dulce y delicada doncella. Esa es la premisa, tan básica como simbólica, que ha dado pie a la creación de modelos narrativos que el romanticismo (como periodo artístico) retoma para aderezarlos con su fantasía, tragedia y pasión. El horror (como género) también retoma ese modelo elemental para contar historias en donde un ser abominable termina enamorándose de la belleza femenina. He ahí, el Frankenstein de Shelley o el Drácula de Stoker, y sus posteriores adaptaciones cinematográficas que la Universal Studios produjo en los años 30s.

En las versiones de la Universal los monstruos terminan muriendo a causa del encantamiento ante la belleza. Por poner un ejemplo, en la película de James Whale, El Hombre Invisible de 1933 -basada en la novela homónima de H. G. Welles- el científico Jack Griffin -interpretado por Claude Rains- encuentra la fórmula para volverse invisible, pero eso vuelve también un monstruo que cometer crímenes sin compasión. Su novia Flora -quien interpreta Gloria Stuart- hará lo que está en sus manos por frenar los horrores que Griffin está cometiendo, tanto así que no sólo termina arrepentido sino que el amor por su pareja también termina matándolo.

Simbólicamente, son la bella y la bestia. Y cada uno de estos seres, abominables a la vista humana, aunque simbólicos como crítica social a los horrores del hombre, terminan muriendo por amor. Por una bella. Sólo hay que analizar al Fantasma de la Opera, al Monstruo de la Laguna Negra, al Hombre Lobo o a Drácula para encontrar la formula repetida. Sin embargo, no sólo estos clásicos están plagados por ese modelo narrativo. Incluso, la historia de King Kong, desde la primera versión en 1933, comparte estos mismos elementos. Tanto así, que la película termina con un rotundo pero icónico: “No, los aviones no lo mataron… fue Bella quien mató a la Bestia”.

Así pues, entendemos que los cuentos clásicos, o bien, de una manera más formal: la literatura universal, han heredado modelos narrativos que han sido replicados una y otra y otra vez. Incluso, en historias que en ocasiones parecieran no tan a la vista. En la crítica que hice de Resident: Evil The Final Chapter mencioné que el estilo narrativo de su guión era parecido a los cuentos de Simbad el pirata o bien, al Mago de Oz. Además, claro, de que el personaje Alice y la Reina Roja, están implícitamente basados en el libro de Lewis Carroll, por lo que es evidente la influencia de la literatura en la franquicia.

Por ello, y con la llegada de la versión más reciente de La Bella y la Bestia, una versión live action del clásico animado de Walt Disney, producido por la misma empresa, es casi menester preguntarse, ¿de dónde viene éste cuento lleno de magia y pasión? Y no sólo eso, sino también recordar la primera adaptación cinematográfica y darle el lugar que se merece.

Antes que nada, sepan que el origen de éste cuento de hadas no esta muy claro que digamos. Sin embargo, muchos historiadores han mencionado que la inspiración de esta historia puede encontrarse en uno de los mitos del escritor romano Apuleyo, en su antología El asno de Oro titulada: Eros y Pisque. Historia que, hasta cierto punto, tiene una estructura narrativa bastante similar. Si recuerdan el mito, Pisque era la menor y la más hermosa de sus tres hermanas, hijas del rey de Anatolia, cuya belleza es envidiada por la mismísima Afrodita, quién decide mandar a su hijo, Eros, para que fleche su corazón y se enamore del hombre más horrible del mundo.

Sin embargo, es Eros termina enamorándose de ella. Por lo que, hasta cierto punto, Psique es una suerte de bella y Eros la bestia. Y de ahí las ramificaciones se birfurcan. Algunos dicen que el cuento nace en la versión de la escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve en 1740, otros en cambio apuntan más atrás y remiten a un cuento del italiano Gianfrancesco Straparola en 1550. Sin embargo, todas las adaptaciones cinematográficas, incluyendo la actual con Emma Watson y Dan Stevens bajo la tutela de Disney, están basadas por completo en el cuento que la escritora francesa Jeanne Marie Leprince de Beaumont publicó en 1756. Aunque hay quié consideran que se trata de una versión abreviada de la historia de Villeneuve con ciertos tintes de Straparola, convirtiendo, entre todos, al mito de Eros y Psique en La Bella y la Bestia. Así, a Beaumont se le ha quedado la fama de ser la creadora original de este cuento clásico.

Pues bien, para la primera adaptación en pantalla de esta historia hubo que esperar un par de siglos: fue en 1946 y de la mano de otro francés, Jean Cocteau que llegó a los cines. Curiosamente, una versión olvidada pues el Expresionismo Alemán, allá por los años 20s, ya había explotado el simbolismo de los monstruos como crítica social; y el Surrealismo, por su parte, ya había roto cánones establecidos a inicio de los años 30s bajo la mano de Buñuel y Dalí. A principios de la década de los 40s, y en respuesta a años de guerra en el viejo continente nace el Neorrealismo Italiano.

Un movimiento que intentaría mirar la realidad con mayor detalle, sin manipulación, metáfora y por supuesto sin surrealimo. Describiendo las condiciones sociales tras la devastación de la guerra, sin miedo a la censura o a la represión. De ese periodo y movimiento es la cinta clásica Ladrón de Bicicletas (1948) de Vittorio de Sica. Luis Buñuel también dejó atrás su experimentos surrealistas y basado en los postulados en el neorrealismo filma Los Olvidados, el preciso retrato del México marginal-urbano en el inicio de la década de los 50s. Y bueno, bajo todo éste mar de filmes realistas y desencantados de la sociedad de la posguerra, es que aparece, así, de la nada… una película fantástica y surrealista.

Cocteu nos trajo su versión de La Bella y la Bestia, un cuento lleno de magia, monstruos y romance que desentonó con la época. Quizás, y sólo quizás, por ello es que esta versión sea la más olvidada, pero sin duda, y si me permiten, la que más vale la pena recordar en estos precisos momentos, cuando tenemos a Disney llenado la pantalla con una bella Emma Watson.

Resulta curioso, la versión de Cocteu nació en un lugar que no debiera nacer, mezclando surrealismo y magia cuando la vanguardia estaba volcada al realismo. Y todo gracias a un multifacético Jean Cocteau que no sólo es reconocido por su talento como director, sino también por ser poeta, novelista, dramaturgo, pintor, diseñador crítico y hasta ocultista. Alguien que podría llamársele, en el riguroso y determinista sentido de la palabra: un clásico artista. Y eso, sin duda, se refleja en la pantalla, lo mismo en los vestuarios que en la foto, los escenarios y por supuesto, en el argumento.

La versión está completamente basada en el cuento clásico de Leprince de Beaumont y captura el alma romántica y surrealista de su argumento. Una auténtica delicia que borda entre lo gótico y fantástico, llena de elementos oníricos y mágicos, con ciertos tintes Expresionistas porque se le atribuye a la Bestia esa premisa de la vanguardia alemana. En la que, como en el Nosferatu de Murnau o en El Gabinete del Dr. Caligari de Robert Wiene, es el hombre, el simple hombre, el verdadero monstruo de la historia.

La cinta además goza de una moraleja bastante peculiar. Típico en los cuentos clásicos antes de ser endulcorados con los filtros de Disney. Si recuerdan en la versión animada de los años 90s muchas cosas fueron modificadas. Algunas de ellas, no tan importantes en realidad, pero otras, como su Happy End, vaya que cambia todo el rumbo de la historia. En el clásico animado, al personaje de Bella se le dota de cierta capacidad de redención tras aceptar a la Bestia tal y como es, ignorando su fealdad, o mirando por encima de ella. En el cuento clásico de Beaumont, como en la adaptación de Cocteau -Spoiler alert- el personaje de Bella termina resignada al ver a su abominable criatura convertirse en hombre.

Sin embargo, el hombre en el que se transforma es nada menos que uno de los pretendientes que estuvo tras de ella durante toda la película pero que siempre fue rechazado. Culminando así, en una extraña y curiosa historia de amor llena culpa y remordimiento para su personaje femenino. Y donde, efectivamente, tendrá que aceptar quedarse con una dualidad entre hombre y bestia.

La Bella y la Bestia de Cocteau es un film bastante interesante. Nacida en una época donde no debía nacer, yendo en contra de una vanguardia como lo fue el Neorrealismo Italiano, y manufacturada, sin lugar a dudas, con elementos que la vuelven inclasificable. Así como lo hizo alguna vez Benjamín Christensen con Häxan al combinar géneros como el de falso documental y el de horror. Cocteau ha unido todos sus dotes artísticos que le definen para crear la mejor y más fiel adaptación de éste cuento francés, plagado de romanticismo, horror, surrealismo y expresionismo alemán como ninguna otra versión lo había hecho.

Si bien el clásico animado de Disney es una película elemental para la historia del cine que hay que ver por lo menos una vez en la vida, yo recomiendo empezar por el clásico de Cocteau. Una muestra de maestría y dedicación que fue casi parcialmente olvidada en toda la historia del séptimo arte, pero que ahora, y con la más reciente versión live action en cines, vale la pena darle el lugar que se merece.

Damas y caballeros, La Bella y la Bestia… recordando el clásico de Cocteau.

Sinopsis:

Un mercader arruinado vive con su hijo Ludovic y sus tres hijas. Dos de ellas, Félice y Adelaida, son seres egoístas que explotan a su hermana pequeña Bella. Un día, el padre se pierde en el bosque y llega hasta un castillo. Allí encuentra una preciosa rosa y decide cortarla para Bella, entonces aparece el señor del castillo, un ser monstruoso, que le impondrá un duro castigo por su osadía. Bella se ofrece como rehén a la Bestia para liberar a su padre.

https://www.youtube.com/watch?v=dEsWmxU5ZzY

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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