Lado B
Punkzilla
Del joven escritor estadunidense Adam Rapp, puede leerse como una película, una road movie dirían quienes saben de cine.
Por Lado B @ladobemx
10 de enero, 2017
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Serafín Vázquez

Punkzilla, del joven escritor estadunidense Adam Rapp, puede leerse como una película, una road movie dirían quienes saben de cine. Una historia de búsqueda, de rebeldía, de tolerancia, de amor, de lucha por la vida a  pesar de quienes quieren ver un mundo uniformado y “feliz”.

A Sam, de ocho años, le apasiona la tecnología, y está convencido que los robots someterán a los humanos, por lo que le gusta leer cosas como éstas:

Un robot nunca olvida un rostro, así que la mejor manera de evitar el reconocimiento facial es nunca mostrar tu cara.

12-punkzillaSam pedirá a su madre ayudar a Punkzilla, quien ha sido asaltado y golpeado en la estación de autobuses. Pero Punkzilla terminará robando la mochila a Sam, porque era, hasta hace poco, un ladronzuelo de celulares y iPods.

Aunque Punkzilla tampoco es el gran maleante, cierto que le gustaba golpear a sus víctimas con un pesado reloj para despojarlas de sus pertenencias, pero Jamie, su verdadero nombre, apenas cuenta con 14 años y está en busca de su identidad.

Su rebeldía, pequeños hurtos, fumar mota y creer en la libertad -odia las imposiciones y la ideología derechista- serán castigadas por el Mayor, su padre, que lo enviará a la escuela militar Buckner, de donde escapará el último viernes de octubre.

Odia que el Mayor critique a su mamá por subir de peso, que le diga que tiene piernas de salchicha, odia que intente someterlos. Odia la mirada severa que el Mayor dirige a P (Peter) cuando éste les revela que es gay. Ama la firme decisión de su madre, quien sostuvo cariñosa la mano de P aquella tarde, en claro desafío al Mayor.

Ahora P está muriendo, y escribe desesperado a Zilla:

mi cuerpo ha comenzado a podrirse y marchitarse, estoy tratando de contactarte… me encantaría que vinieras… y pasaras un tiempo conmigo antes de que haga mi feliz salida de este mundo…

Al escaparse de Buckner, Punkzilla tendrá que viajar desde Portland, Oregon, a Memphis y en esa travesía en calles, vehículos, carreteras y moteles conocerá buenos amigos, probará cristal, mota, mariguana medicinal que le proporcionará la única chica con la que hará el amor y a la que cree amar: Al -Albertina.

«Era tan bonita que me volvía loco.»

Su aventura en las calles y la necesidad de dinero, lo obligarán a prostituirse algunas ocasiones.

El Gordo Larkin, para quien robaba; Branson que le ofrece una litera en Washington House, y a quien la apariencia andrógina de Zilla, lo llevará a meterle la mano pensando que es mujer, son sólo algunos de los personajes que le enseñarán a valorar la amistad.

Jenny la Liebre, chica de Branson, a la que le gusta masturbarlos, le escribe:

«Cuando llegues a Menfis escríbenos para saber que estás bien… Branson me ase feliz… aunque a beses  sea malo… A veses llora… y por eso se que en su alma ay oro… Y también en la tuya Zilla… tiene oro y plata.

TQM bales mil.»

También están Alan Skymer, Carson Block, Kent -padre de Albertina. Marty, exesposa de Kent, quien junto con la mamá de Sam, despiertan el instinto sexual de Zilla.

Y Lewis, como de treintaitantos, quien lo abraza tiernamente tras confiarle lo que le sucede a su hermano Peter. Lewis le confiesa que se ha hecho una mastectomía porque no se sentía mujer, sino hombre.

Y Jorge, pareja de su hermano.

Todos ellos acompañan a Zilla en su reencuentro con Peter, dramaturgo y actor, 13 años mayor que Jamie.

P.D. No puedo creer que te estés muriendo. Por favor no te mueras.

Si a todo esto le agregamos la excelente traducción de Raquel Castro, el tiraje de 5 mil ejemplares y el precio de 70 pesos, entonces nos quedamos sin pretextos para no leer a Adam Rapp.

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