“Si la maternidad es el sacrificio personificado, entonces el sino de la hija significa una culpa que nunca es posible expiar.” Milan Kundera
Liz Ruiz
[dropcap type=»1″]M[/dropcap]e alarma que desde hace meses tengo varios temas pendientes para mis columnas, pero no me siento cómoda escribiendo sobre orgasmos, rupturas amorosas y nuevas masculinidades cuando se respira este hedor sanguinario, misógino y bélico en nuestro país. No quiero dejar de aprovechar este espacio para aportar algo en pro de los derechos humanos de las mujeres y, aunque los orgasmos son parte de los derechos, espero que me comprendan: los ríos de sangre y los cañonazos simbólicos contra nosotras me dificultan la concentración para llegar al clímax. Así que voy a empezar a despotricar.
¡Oh! ¡Qué ternura me da que crean que aman a sus madres! Si no eres pro derechos de las mujeres nomás no amas a tu mamá. En serio, sé que es duro leer semejante verdadazo, pero es ética, ontológica y psicológicamente imposible que ames a tu madrecita santa y estés en contra de los derechos de las mujeres. Y en un país brutalmente misógino, que ha iniciado una guerra (armada y toda la cosa) contra todas… ¿cómo vas a tenerle amor profundo a la mujer originaria de tu vida?
Aquí están los botones de muestra: hace algunas semanas se realizó la marcha nacional contra las violencias machistas #24A. Ojo: no fue contra los hombres, no fue contra el gobierno, fue contra todo acto de machismo que daña o menoscaba la vida (principalmente, pero no exclusivamente, de las mujeres). Cualquiera podría decir que el acto era noble y altruista, pero desató una ola de odio (de parte de quienes se dieron por enteradxs). Hombres de derecha y de izquierda
escupieron repulsión no contra la marcha, sino contra las mujeres. Hombres “revolucionarios”, hombres “que quieren un nuevo mundo” (no uno justo, me queda claro). Se valieron de medios informativos, de amenazas, de redes sociales y a nosotras hasta nos aventaron un coche en el Blvd. 5 de mayo. Cuánto amor.
Cientos de discursos de odio se proclaman a diario contra las mujeres: otros videos en redes sociales demeritando el feminismo, al igual que “memes” sobre quién tiene derecho a usar leggins y frases que criminalizan a las adolescentes embarazadas. Desde la política ni se diga: negativas a emitir la alerta de género en diversos estados del país, impunidad y burocracia ante los feminicidios y el intento de Duarte en Veracruz por criminalizar el aborto (equis si estás “a favor o en contra” del aborto, ese no es el punto. El punto es que penalizar el aborto es una política misógina). Vivan las mujeres.
Y en esta masacre femenina cotidiana tenemos la hipocresía de enarbolar orgullosxs un “amo a mi mamá, es la mejor del mundo”. Inverosímil afirmación; en realidad odiamos a nuestras madres como a todas las mujeres. Porque no es posible criticar el físico, la inteligencia y la vida de las mujeres, obstaculizar sus derechos y su calidad de vida y no ver a nuestras madres en cada una de ellas. Si de verdad las amáramos, empatizaríamos con ellas en su condición de mujer, lucharíamos porque su vida fuera más segura y libre de violencia y veríamos en todas las mujeres el valor que aprendimos de la que nos parió. ¿Quieres amar y honrar a tu madre? No le regales porquerías: constrúyele un mundo mejor.
Gracias por leerme. Soy psicoterapeuta y sexóloga de Puebla, y presido el Colectivo Equilátera A.C. de educación sexual y educación para la paz. (Por si te interesan mis servicios o quieres amenazarme de muerte por feminista, este es mi Facebook).