Lado B
Lalo, tu toque mágico no se apagará
“te vas acordar de mí, sé muy bien que me extrañarás…”
Por Eric David Montero @
24 de enero, 2016
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Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

Eric David Montero

@ericdmontero

“El viernes por la tarde, yo me encamino a mi hogar…” y aunque hoy no es viernes y San Juan Ixtenco no es mi hogar sino la tierra de Everardo Mujica, “El Muñeco” mayor, no puedo evitar recordar la letra al llegar. En el municipio tlaxcalteca todo parece transcurrir con normalidad, la muerte de uno de sus hijos, tal vez el más famoso, al menos en los últimos años, no ha impactado en la comunidad. Una pequeña pequeña cartulina pegada en una caseta de jugos y licuados anunciando que “Lalo Tex, se está velando en la calle 4 sur núm 80, camino Sn Juan”, es lo único que me dice que no equivoqué de lugar. Estoy en la tierra de Lalo Tex, pero Lalo Tex ya no está aquí.

Todo fue tan rápido. Everardo, fundador de una de las bandas pioneras del rock urbano en México, lucía enfermo en el concierto que Tex Tex dio en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, el pasado 17 de Enero. Y aun así, siguió rocanroleando para todos sus fieles. Sentado en el escenario cantó “Toque Mágico”, la rola con la que llegaron a Discos Gas, su primera casa discográfica. No portaba la guitarra, como casi siempre, pero su eterna texana estaba ahí con él.

Después tocó el turno a “Te vas acordar de mí”, otro de los grandes hits de Tex Tex, y «El  Muñeco» ya expresaba dolor. Estiró el cuerpo, y echó la espalda hacia atrás. Estira los brazos. Se quita el sombrero y canta:

“Te vas acordar de mí, sé muy bien que me extrañarás, cuando la luna ilumine tus ojos en la oscuridad. Cuando escuches esta canción, que nace de mi corazón, vas a pensar con horror en lo grave de tu error”.

Hasta ese momento, nada era predecible. Los asistentes a aquel lugar seguían coreando cada uno de los párrafos del éxito lanzado en 1993.

“Cuando otras manos toquen tus labios, tu me vas a comprar, todo será diferente, tú misma lo comprobarás. Y mis palabras de amor y la luna, a tus oídos dirán una a una, entonces vas a llorar y te arrepentirás de dejarme así, casi medio loco por ti”.

Acabado el coro suena el solo de guitarra. Lalo Tex se nota incómodo; dos hombres suben a asistirlo. Su hermano, Chucho Tex, que está a la derecha, se da cuenta de que algo extraño sucede, pero no puede dejar de tocar. El coro continúa y «El Muñeco» mayor decide salir del escenario ayudado por su equipo. Hace la señal de la victoria al público antes de desaparecer entre gritos y aplausos.

Horas después, durante la madrugada del lunes 18, Everardo falleció. Un comunicado que lanzó la agrupación a través de sus redes sociales dio la noticia mencionando que el deceso fue provocado por problemas de salud, pidiendo comprensión y respeto a la privacidad de la familia.

***

A pesar de los premios, y de sus 17 producciones discográficas, Lalo Tex fue la antítesis del estereotipo del rockero gringo: moreno, poco agraciado, panzón, de grueso y negro cabello, vestía jeans que combinaba con camisas coloridas de corte más bien norteño, botas y sombrero. Una imagen tan lejana del imaginario del rockstarsystem, de la que gustaba burlarse en cada concierto. En sus presentaciones afirmaba que la gente decía que era de Bélgica, o bien citaba algunas de las palabras de su madre, las cuales Joselo de Café Tacvba plasmó en su pasada columna en el diario Excélsior:

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

“Mi jefa me decía, mira, Lalito, es que los rocanroleros deben ser fuertes, guapos, altos…”. Y en cada adjetivo paraba porque el público reía o chiflaba. “Deben tener ojos azules, pelo rubio. Pero, sobre todo, lo más importante, no se te olvide, es que no pueden ser MEXICANOS.”

De cualquier modo, ellos hicieron del rock su hogar, un rock particular, un rock que denominaron “ejidal”, y que se acomodó en la independencia antes de que lo indie se volviera mainstream, abandonaron la disquera BMG Ariola –con quienes grabaron el disco “Te vas a acordar de mi”–, para grabar con total libertad creativa. Es sabido que gustaba de ir a Inglaterra para mezclar sus discos, y de esa manera ofrecer lo mejor a sus seguidores en 25 discos que dejó para la posteridad.

Después de que varios colegas se despidieron de él en su domicilio en el Distrito Federal, su cuerpo partió a su lugar de origen San Juan Ixtenco, la pequeña comunidad de poco más de 6 mil personas enclavada en Tlaxcala, y aunque la familia en un principio pidió privacidad, las puertas de la casa de Lalo Tex estuvieron abiertas hasta las 2 de la madrugada para quien quisiera llegar a dar el pésame.

Al día siguiente el cortejo fue discreto. Unas flores regadas en el camino dejaban huella de que había salido muy temprano. La misa fue programada a las 9:00 de la mañana y para las 10:30, el cuerpo de Lalo Tex ya reposaba en su tumba acompañado por las coronas que amigos y conocidos llevaron en señal de pésame.

“Tu toque mágico no se apagará” se lee con letras brillantes sobre el listón morado de una de las coronas que permaneció por un rato en la entrada del panteón, y que terminó por desprenderse. Y mientras su familia decía las últimas palabras, de algún amplificador se escuchan algunas de las canciones que pusieron a los hermanos Mujica en los escenarios de todo el país: “Te vas acordar de mí” y después “Ahora que no vives conmigo”. Las canciones son coreadas a voz baja por medio centenar de personas que están ahí para despedir a «El Muñeco» mayor.

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Su esposa mira por unos momentos el sepulcro y dice: “Adiós Lalo, nos volveremos a encontrar”, después los asistentes comienzan a marcharse, y sólo uno que otro seguidor de la región vendrá a ver su tumba por unos instantes, persignarse, intentar una pequeña oración y para después salir del cementerio.

Igual que ellos, salgo del panteón con una frase insistente en mi cabeza: “te vas acordar de mí, sé muy bien que me extrañarás…”

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Autor Lado B
Eric David Montero
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