Lado B
Las buscadoras de migrantes
Desde hace once años las madres de migrantes desaparecidos recorren México en su búsqueda, con el apoyo del Movimiento Migrante Mesoamericano
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
07 de diciembre, 2015
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caravana
Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

En 2006 Marta Sánchez Soler viajó a Centroamérica y se encontró con la existencia de grupos de madres de migrantes que habían desaparecido durante su travesía para llegar a Estados Unidos. Las señoras se juntaban para buscar a sus hijos, haciendo el trabajo que ninguna autoridad hacía. Lo hacían, además, sin recursos, viajando en autobuses comerciales y apoyándose sólo las unas en las otras; así, las madres centroamericanas juntaban información y llegaban hasta la frontera sur de México buscando a sus hijos e hijas.

2006 también fue el año en que Marta Sánchez Soler regresó a México, luego de estar varios años viviendo en Estados Unidos y trabajando en el tema migratorio. Al regresar al país se juntó con otros seis activistas, justo cuando su esposo José Jacques Medina empezó su periodo en la LX Legislatura, como el primer diputado federal migrante. “Cuando empezó su trabajo en la diputación se percató que el problema de los migrantes centroamericanos era terrible y entonces decidimos investigarlo”, cuenta Sánchez Soler.

A ella le encargaron la parte social: su tarea era averiguar qué estaba pasando con los migrantes en su tránsito por México. “Entonces me puse a investigar y decidimos hacer un recorrido por toda la ruta migratoria desde Centroamérica, y cuando andábamos en ese recorrido, a mochilazo, nos dimos cuenta que había grupitos de familiares que ya se juntaban a venir a la frontera a buscar a sus desaparecidos”. La activista recuerda que los familiares tenían un nivel de organización muy precario, sin documentos, y aunque ya llevaban un tiempo haciendo eso no progresaban porque no podían ingresa al país.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

Entonces organizaron la primer caravana en la que participó el Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), que se conformó también en 2006, encabezado por Marta Sánchez y su esposo. Esa primera vez fue también precaria: en camiones de línea y sin documentos, con recursos que juntaron entre ellos “y uno que otro amigo al que sableábamos”, recuerda entre risas.

La caravana logró cruzar la frontera y llegar a Ixtepec, después a Coatzacoalcos y con los años fue llegando a más lugares.

En 2010 el trabajo del MMM ya se había dado a conocer y obtuvo el apoyo económico de la organización alemana Medico International, que empezó a financiar una parte de la caravana desde 2011, porque una parte de la travesía todavía se sostiene también con apoyos solidarios de albergues, comedores, voluntarios y actores locales que ofrecen hospedaje y comidas a las madres.

Parte de la estrategia de la caravana, explica Marta Sánchez, es vincularse con todas las organizaciones que actúan en los lugares por donde pasan las madres. “Pero es que es mucho más allá de financiarla, así se tejen las redes solidarias. Con las organizaciones y la gente, porque es la gente también, la sociedad, que asume una parte del financiamiento de la caravana, financiamiento en especie”, dice la activista.

El diseño de la caravana cambia de acuerdo a las circunstancias: este año la ruta cambió drásticamente por la situación de inseguridad en México. “Debo confesar que este año fue muy complicado organizar la caravana -dice Sánchez Soler- porque hay una descomposición brutal tanto en México como en los países centroamericanos, entonces a mayor descomposición, mayor complejidad. Hay lugares que ya no vamos”, como Tamaulipas.

Antes la caravana iba hasta la frontera con Estados Unidos, pero desde el año pasado ya no va al norte del país. Para la XI caravana de este 2015 la ruta no contempló ni siquiera San Luis Potosí. Aunque no los han amenazado directamente ya les han mandado mensajes, y prefieren evitar correr un riesgo innecesario. Ahora la ruta se concentra en el sureste de México, entrando por el Golfo y saliendo por el Pacífico. Uno de los principales cambios de la ruta este año es en la Ciudad de México, donde la caravana estará alrededor de una semana, en vez de sólo estar de paso un par de días. “Ahora hemos diseñado eventos fuertes en la Ciudad de México para tratar de impactar y tratar de penetrar a que la población logre poco a poco irse informando de qué es lo que sucede, que es lo que realmente está pasando en este país”, explica la activista.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

En el DF la caravana marchará en la zona del mercado La Merced, conocido como uno de los principales puntos de trata de personas en América Latina, donde se vincularon con organizaciones de sexoservidoras que les ayudarán en la búsqueda de mujeres migrantes desaparecidas.

Durante las 11 caravanas el MMM y las madres han encontrado a 250 migrantes. La mayoría han sido hombres, aunque no necesariamente porque desaparezcan más hombres que mujeres, sino porque muchas de las centroamericanas de las que ya no se sabe nada podrían ser víctimas de trata, aventura Marta Sánchez:

“Pensamos, estamos convencidas y tenemos pistas de que las mujeres, muchas están en situación de trata, entonces nos hemos organizado con las sexoservidoras y sus organizaciones para que ellas nos ayuden a las búsquedas porque nosotros hemos tratado de penetrar y nos reciben a pistolazos, o sea, son zonas absolutamente copadas y controlada por los tratantes, entonces no es fácil penetrar, y es muy peligroso, y si desconoces el territorio, pues mucho más”.

Todos los contactos los hacen tocando puertas. Caminando. 250 personas encontradas se dicen fácil pero detrás hay casi una década de búsqueda, de perseverancia, y sobre todo de un trabajo constante de todo el año. El MMM tiene un programa llamado Puentes de Esperanza, donde le pide a la gente de los lugares donde hay muchos migrantes que si conocen a alguien que no se haya comunicado con sus familiares que se ponga en contacto con la organización para que ellos les ayuden a contactar a sus parientes. Entonces el migrante, a través de una familia mexicana, se presenta con el movimiento, les da sus datos y ellos buscan a la familia en Centroamérica.

“No necesariamente vienen todos (los familiares), además tampoco podemos hacerlos esperar para el encuentro cuando venga la caravana, entonces inmediatamente los ponemos en contacto. Cuando vamos para allá llevamos videos de los hijos, de su familia, de la gente que encontramos, llevamos videos con los mensajes de ellos de la familia allá y entonces les damos los teléfonos, para que ya se puedan contactar. Algunos logran verse, otros nunca lo logran, pero ya tiene el contacto, ya tienen la relación y dejan de estar angustiados de saber qué les paso a sus gentes”.

Otra de las formas de trabajar del movimiento es con las pistas que les dan las organizaciones con las que se vinculan: ellos levantan una ficha y así el MMM tiene un registro de las personas a las que están buscando en Centroamérica. A las que logran encontrar las ponen en contacto inmediatamente, “y dependiendo de la situación de esa familia puede o no puede venir la persona indicada en la siguiente caravana para que sea un reencuentro físico”.

En fechas recientes también han estado viajando a Centroamérica, tomando personalmente los registros para hacer fichas más detalladas de los migrantes desaparecidos. No sólo es necesario saber cómo se ven físicamente, sino qué le gustaba hacer, qué lugares frecuentaba, cómo era su carácter.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

“Por ejemplo una vez nos dijo uno que al desaparecido le gustaban las peleas de gallos, y lo encontramos en un palenque. Son preguntas que no hacen los que no buscan, porque no saben qué preguntar. Entonces ahora nosotros hacemos las entrevistas directamente allá. Lo hemos hecho sólo en Honduras, lo vamos a ampliar dependiendo de los recursos que consigamos”, explica.

Aunque el trabajo es permanente y en conjunto con las organizaciones centroamericanas de búsqueda de personas desaparecidas, el movimiento no se da abasto. Ellos llegan a un parque, ponen una mesa con un letrero que dice “aquí se registra gente que tenga desaparecidos en México”, y en menos de una semana tienen ya 200 casos con todos los documentos, fotografías y preguntas que los ayudarán a encontrarlos.

Su trabajo dura todo el año, pero las casi tres semanas de caravana es una manera de decir “hey, esto es lo que hacemos, aquí encontramos gente, esto es lo que pasa en México, fíjense que los estamos matando, fíjense que están desapareciendo, gobierno fíjate lo que estás haciendo, fíjate lo que está pasando”.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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