Con tal de obtener votos, candidatos a diputaciones federales empeñan su palabra proponiendo cosas más allá de sus eventuales facultades
Aunque la candidata a diputada federal bajo las siglas PRI-PVEM, Juana Iris Maldonado Infante prometa destinar el 100% de su sueldo para la gestión en su distrito (9), o María Adriana Castro Sánchez de Cima, candidata de Movimiento Ciudadano por el distrito 6, proponga regresar la titularidad de municipios a las juntas auxiliares de San Miguel Canoa y La Resurrección, ninguna de estas propuestas o promesas corresponden, al menos desde lo legal, a las funciones de un diputado federal.
Y ésas no son las únicas propuestas del tipo. Algunas incluso ni siquiera son de un candidato en específico, sino que obedecen a la línea política de su partido, y si bien se escuchan espectaculares realmente no son tan factibles desde el trabajo en el Congreso.
Esta es una conducta común en época electoral: las personas que pretenden un cargo de elección popular visitan las colonias de sus respectivos distritos para, supuestamente, presentar sus propuestas y escuchar las demandas y necesidades de los ciudadanos.
Sin embargo conocer esas propuestas es muy complicado. Como si el candidato no quisiera dejar registro de sus palabras, resulta muy difícil conocer su plan de trabajo en caso de llegar a la curul. Pocos tienen página web donde lo publican y aunque algunos tienen redes sociales, estas no son públicas o sólo contienen fotografías de sus actos proselitistas.
Para comenzar a entender y diferenciar este show publicitario, de lo legal y lo práctico, lo primero es saber cuáles son las funciones de los diputados federales.
Los diputados son parte del Poder Legislativo y como tal su principal función es legislar.
Legislar es proponer, eliminar o modificar leyes. Además de legislar, los diputados también tienen la facultad de fiscalizar y gestionar. A grandes rasgos, un diputado puede:
Hasta ahí parece claro, aunque la cuestión de gestionar aún es muy ambigua, incluso desde lo legal. En teoría, un diputado no tiene la facultad de realizar obras públicas ni de ejecutar programas para el desarrollo social o económico, por ejemplo. Sin embargo, todos los candidatos hablan de realizar obras concretas en sus distritos.
He aquí unos ejemplos:
Todas esas propuestas que hablan de hacer obras, acciones y programas específicamente en los distritos, no forman parte de las funciones de un diputado federal, sino más bien de alguien que se postula para un puesto ejecutivo (para presidente municipal, por ejemplo).
[pull_quote_right]Los diputados son gestores, entonces a veces ellos utilizan diversas formas de cabildeo y de conocimientos sobre los presupuestos para conseguir, efectivamente, que la infraestructura que ellos prometen se lleve a cabo. No está en sus facultades en el sentido estricto, el diputado no hace puentes, pero dada la función y la influencia que tienen sobre el presupuesto, tienen esa posibilidad[/pull_quote_right]
El politólogo y académico de la BUAP, Hervey Rivera explica en entrevista para Lado B:
–Por gestión se puede entender que el diputado vaya a una secretaría o una dependencia y solicite que se brinde respaldo a un grupo, pero lo que te estoy diciendo es que el diputado sí tiene dinero para hacer obra, sí lo tiene. Es un presupuesto que ellos ejercen directamente, que pueden destinar por completo a sus distritos, aunque entonces se desvirtúa por completo su función que es la de legislar, hacer leyes. Pero volvemos a lo mismo, la mayoría de la gente quiere que les hablen de cuestiones básicas. Prácticamente, los candidatos tienen que hacer promesas ya de tipo para cargos de (el Poder) Ejecutivo, como obras o seguridad.
¿Y ese presupuesto de dónde sale? Según Rivera, ese presupuesto no forma parte de su dieta (sueldo), sino que sale de una bolsa que se maneja y reparte discrecionalmente por los coordinadores legislativos de las comisiones.
–Respecto a ese dinero, dicen que no hay una rendición de cuentas. Qué paradójico, los que se encargan de fiscalizar y aplicar la ley de transparencia no son tan transparentes. Y son como 2 o 3 millones para cada quien, sin embargo eso no está esclarecido desde lo legal -apunta.
En conclusión, tienen la capacidad (en dinero) de prometer y cumplir este tipo de propuestas y además se considera dentro de su facultad de gestión. Sin embargo, aunque gestionen, no pueden ejecutar personalmente (aunque lo hacen), pues eso no forma parte de su función y además, tampoco está sujeto a la rendición de cuentas.
–Los diputados son gestores, entonces a veces ellos utilizan diversas formas de cabildeo y de conocimientos sobre los presupuestos para conseguir, efectivamente, que la infraestructura que ellos prometen se lleve a cabo. No está en sus facultades en el sentido estricto, el diputado no hace puentes, pero dada la función y la influencia que tienen sobre el presupuesto, tienen esa posibilidad -dice Diego Velásquez, politólogo de la BUAP.
¿Pero cómo es que los candidatos a diputados, actualmente, hacen ese tipo de propuestas y acciones que originalmente no están dentro de sus funciones y facultades. La respuesta está en la ignorancia y la indiferencia que tiene la sociedad hacia el funcionamiento de la política mexicana.
–La gente no tiene el mismo nivel de información ni las mismas necesidades –explica Hervey Rivera-, entonces si un diputado dice: vamos a legislar, y te prometo que yo votaré por un presupuesto que nos beneficie. Eso es muy vago, ¿no? El diputado lo que hace, es decirles: qué les parece si hacemos una obra respecto a un parque o pintar los edificios. Eso es muy concreto, la gente lo entiende y dice: Ah caray, cómo no, estamos con usted. Se trata más bien de una cuestión política”.
Entonces, ¿qué hace un diputado por el ciudadano? Un diputado puede manifestarse en contra de leyes injustas o perjudiciales para los ciudadanos a quienes representa, así como basar sus propuestas legislativas y presupuestales en las necesidades de esa misma comunidad y vigilar que se haga un buen uso de sus impuestos dentro del presupuesto anual.
El Poder Legislativo trabaja desde el Congreso discutiendo, analizando y aprobando o rechazando leyes y reformas. Considerando que en el Congreso hay 500 diputados es necesaria la voluntad política de una mayoría para que algo sea aprobado o rechazado, esto quiere decir que el ciudadano no debe dejarse llevar por la idea que un diputado podrá, sólo con una propuesta, lograr que se apruebe o no una ley.
–A nivel de Congreso federal es complicado que puedan subir una ley, porque hay una organización muy especial. Son 500 diputados que se dividen en grupos parlamentarios y realmente los que tienen el poder son los coordinadores de cada grupo. Son políticos muy experimentados y todo pasa por ellos, y en base al número de diputados que tengan en su grupo, va a ser la influencia que tengan en las votaciones. Al final siempre se traduce en cuántos son. Entonces, en el Congreso un solo diputado está muy sujeto a los coordinadores, de alguna manera la ley lo plantea así. Así que si alguien quiere hacer una ley o reforma a la Constitución, es muy complicado, hay que trabajarla mucho, tiene que convencer a su coordinador y éste a su vez tiene que convencer a todos. Si hablamos de un legislador que además no tiene experiencia parlamentaria, imagínate, es doblemente complicado. No es imposible, pero es complicado. Es un proceso de muchísimas etapas. Por eso lo más fácil para alguien que no tiene experiencia es la gestión, y regresar a su distrito para mostrar lo que puede hacer de manera concreta -dice Hervey Rivera.
[pull_quote_right]Proponer cosas así es además irresponsable, dicen muchas cosas a la ligera. Imagínate que no se cobre la luz, ¿cómo?, ¿de dónde van a salir becas?, cuando tenemos un recorte que se va a profundizar y ya se anunció desde hace meses. Es verdaderamente irresponsable y no ayuda en nada para que, como electorado, nos volvamos más críticos con respecto a las posturas que tienen[/pull_quote_right]
Los candidatos que tienen las propuestas de legislación más complejas y generales –por no decir imposibles-, y que además ni siquiera son propias o acordes a las necesidades específicas de las personas a quienes representarán, sino las que plantean sus partidos, son los siguientes:
–¿Es cuestión de que lo apruebe una mayoría? Sí y no. Por ejemplo, el impasse que impide la ley del agua fue llevado a cabo por una docena de senadores y unos cuantos diputados que lograron preocuparse, gracias a una Asociación Civil, por lo que está pasando con el agua y lograron, a través de dar conocimiento a los medios de comunicación y a otras sociedades civiles, cómo la ley de aguas hecha por Beltrones estaba expropiándole el agua a los mexicanos, cuando el sentido original había sido darle la jerarquía al agua de un derecho humano. Entonces –dice Diego Velásquez- yo creo que sí cuentan las mayorías, pero un diputado que se comprometa a ser valiente, a ser honesto, a decirnos qué pasa en el Congreso, qué actores hacen cosas por el bien del país y cuáles están al servicio de los intereses de corporaciones y de ciertos políticos, yo creo que un político como ése, aunque sea uno, vale la pena”.
Las propuestas más atractivas son las que se prometen aumentar el salario mínimo o dar más becas, propuestas que, de nuevo, son en su mayoría las de sus partidos.
Eso suena muy bien, ¿pero qué tan viable y real es? Hablar de este tipo de propuestas es sumamente complejo, pues las partidas presupuestales se rigen y atienen a muchas situaciones económicas concretas que afectan al país.
–En el caso de Morena, proponen eso porque la mayoría de sus candidatos son ciudadanos que han venido siguiendo a López Obrador desde hace muchos años y no necesariamente tienen alguna experiencia política o administrativa, más allá de lo que han hecho dentro de su partido. Proponer cosas así es además irresponsable, dicen muchas cosas a la ligera. Imagínate que no se cobre la luz, ¿cómo?, ¿de dónde van a salir becas?, cuando tenemos un recorte que se va a profundizar y ya se anunció desde hace meses. Es verdaderamente irresponsable y no ayuda en nada para que, como electorado, nos volvamos más críticos con respecto a las posturas que tienen, sino nada más decir: voy a dar, voy a dar –reprocha Hervey Rivera.
Hay casos muy particulares que merecen un análisis aparte.
La candidata María Adriana Castro Sánchez de Cima (Movimiento Ciudadano, distrito 6) dijo a la prensa que una de sus propuestas es “regresar la titularidad de municipios a las juntas auxiliares de San Miguel Canoa y Resurrección, de acuerdo al decreto de 1962”.
–Incluso como legislador local –explica Rivera- tendría que presentar una iniciativa, que se presentaría en comisiones a nivel local, que se votaría en el pleno… y es muy difícil, especialmente si no tiene más diputados que voten a su favor. No pasaría de presentar la iniciativa y ya. A nivel federal no puede presentar propuestas locales como esa. Quien diga eso no tiene muy clara la diferencia. Esto habla de una irresponsabilidad de elegir a un candidato que ni siquiera está informado sobre lo más básico.
Otro caso particular es el de Juana Iraís Maldonado Infante (PRI-PVEM, distrito 9) quien dijo que, de ser elegida, destinará el cien por ciento de sus ingresos como diputada para obras y servicios de para las comunidades más necesitas de la zona norponiente de la capital del estado. Es decir, que renunciará a su dieta legislativa.
–¿Es eso posible?
–Es probable. Los diputados juegan un papel muy importante cuando se proponen ser el contrapeso del Poder Ejecutivo. Imagínese, si ya sabemos de diputados que cobran un millón de pesos el voto en cada sesión, yo creo que la dieta a veces es, nada más, una pequeña donación –dice Diego Velázquez y ríe con ironía– debido a que ellos, por la posición que juegan, la posición estratégica, tienen la posibilidad de acceder a recursos que sobrepasan, en varias estancias, la dieta que ganan.
Finalmente dos apuntes: para realizar este análisis se buscaron las propuestas de cada candidato, y en el caso de quienes están abanderados por el PAN, la información disponible es casi nula, sólo a algunos se les encuentra en redes sociales, y lo que más abunda sobre ellos son notas de eventos donde regalaron sombrillas u otros productos.
Y sólo para la anécdota: el hoy candidato del PRD por el distrito 9, Arturo Loyola González, en su paso como regidor del Ayuntamiento en diciembre de 2011, presentó un punto de acuerdo para pedir que las mujeres evitaran vestir minifaldas, pantalones ajustados y blusas escotadas, con el argumento de “no llamar la atención” y evitar ser víctimas de la delincuencia. Actualmente, entre sus propuestas está brindar información sobre salud sexual y reproductiva para disminuir embarazos de adolescentes. El chiste se cuenta solo.
EL PEPO