Para Margarita la ópera era un vicio silencioso, una pasión secreta. Escuchaba por horas, arias, cantantes específicos y después óperas completas en la soledad de su cuarto y aislada por sus audífonos. Hasta que un día la invitaron a hacer de esa segunda vida un programa de radio, albergado en Radio Buap, hace 14 años.
Margarita López Cano es doctora en Historia, se tituló en la BUAP con un trabajo de investigación de la ópera en Puebla durante el periodo de la intervención francesa. A través del programa “Los secretos del Canto”, la ópera, “el arte total” dice la historiadora, ha logrado ir rompiendo poco a poco con la idea de que la ópera es elitista. No debe ser así, dice, porque habla de temas que nos tocan a todos. Y por eso sigue vigente, desde 1607, más de 4 siglos de existir y aún seguir despertando interés y sobre todo pasiones, porque habla de la condición humana.
Sentada en la sala de su casa, Margarita, con el cabello peinado todo hacia atrás y una sonrisa que no puede quitar cuando habla de ópera, comenta que es lógico que siga existiendo la ópera, que se siga representando y escribiendo. “Estos temas los seguimos viviendo. La condición humana es la misma”.
El programa que conduce inició entre semana, en 2001, después era también en domingos y finalmente quedó sólo para el final de la semana. Pero la aceptación y público que tiene es inimaginable pensando en los estereotipos que se tienen de la ópera y de sus fanáticos. Desde taxistas hasta estudiantes universitarios, Margarita tiene ya un amplio grupo que la sigue, incansable.
[quote_box_right]Para ella, lo que sigue es continuar con los cursos y con el programa, buscar espacios para la difusión y acercamiento de las óperas a las personas en Puebla y en en todo el país. “Era mi vicio solitario, ahora es un vicio compartido”.[/quote_box_right]
En una ocasión dio una plática en Tlaxcala, en el teatro Xicoténcatl, a jóvenes de secundaria y preparatoria. Engañosamente no pusieron en la publicidad que era ópera, sino emociones en la música. Con todo y el difícil público adolescente, la charla duró dos horas y los muchachos se quedaron desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche platicando con ella. Al final le confesaron que de haber sido que la conferencia se trataba de ópera no hubieran ido, pero les encantó. Eso, y que Margarita descubriera a los tramoyistas tarareando una de las arias de “Nabucco” que había puesto.
Para hacer que la ópera llegue a todos y no sea entendido como algo ajeno, exclusivo de quien tiene mucho dinero o está inmerso en el ambiente artístico, Margarita cuenta las dos historias de la obra en su programa: la historia de cómo se escribió cada ópera, un contexto histórico y vida del autor, quiénes fueron los primeros en representarla, cómo fue su recepción, cuándo se escribió, y también la historia propiamente del libreto. Los hilos narrativos de muchas de las óperas están inspirados en relatos mitológicos pero también en la literatura. Una de ellas, y de las favoritas de la historiadora, es “La Traviatta”, inspirada en “La dama de las camelias”, del escritor Alejandro Dumas.
Hay ganas, hay público, comenta y se escucha el entusiasmo en su voz. Se sienta derecha, con la cabeza erguida, y transmite el amor por la ópera, que cuando la escucha, dice y alza los ojos al techo alto, la eleva: “te llena, te sientes plena”. A nivel nacional este arte que une prácticamente a todas las artes –teatro, música, danza, arquitectura–, explica Margarita, está muy presente. Y estamos más cerca de la ópera de lo que pensamos.
En México, este arte ha sido parte de la sociedad desde hace siglos también. A través de su investigación doctoral descubrió que si bien la ópera sí era restringida a un círculo social con mayor poder económico, toda la gente la conocía. La prueba es una divertida anécdota de cuando el cantante de ópera español Manuel García vino a México, en épocas post independentistas, lo asaltaron en Río Frío. Además de quitarle todo, los bandidos le perdonaron la vida pidiéndole que cantara un aria que les gustaba.
Con “Los Secretos del canto” y los cursos de ópera que imparte –cursos para adultos mayores, niños y también para público en general en varias instituciones educativas– Margarita ha tenido episodios memorables como el de un señor norteño y malencarado, grandote, ya mayor, que no quería saber nada de ópera. Se le hacía algo aburrido, totalmente ajeno, pero una vez tuvo que entrar a la clase. Y de ahí le cambió todo, hasta el carácter.
En otra ocasión recibió una llamada de teléfono a su programa, de una persona que le dijo “cuando oigo su programa, quiero más a los que me rodean”. Cuando Margarita cuenta esta anécdota el recuerdo le regresa a los ojos que se ponen vidriosos, temblando de emoción por un instante. La ópera sí es su vida, y compartirla y hacerla algo cotidiano y parte de la vida de las personas es lo que más la llena, la delata la voz que se alza y suena más alegre, y hasta las manos que se mueven un poco más en ademanes como si dirigiera una silenciosa orquesta que suena, todo el tiempo, tocando sus arias favoritas en un concierto dentro de su cabeza.
Todavía hay un camino difícil que recorrer porque si bien hay presentaciones y la gente va, todavía no están acostumbrados a pagar por verlas. En la opinión de la locutora no hay que cobrar muy caro porque la gente no va, pero tampoco regalarlo: se debe cobrar lo justo para una puesta en escena que tiene detrás meses de entrenamientos y ensayos, producción y sobre todo que integra tantas disciplinas en una sola pieza.
Para ella, lo que sigue es continuar con los cursos y con el programa, buscar espacios para la difusión y acercamiento de las óperas a las personas en Puebla y en en todo el país. “Era mi vicio solitario, ahora es un vicio compartido”.
EL PEPO
