Diego Álvarez | Revista Anfibia
La epidemia de ébola en África occidental crece exponencialmente. Sin embargo, el escenario de una catástrofe mundial parece lejano: la enfermedad no se encuentra entre las más contagiosas y Nigeria demostró que la propagación se puede contener. En este ensayo, el virólogo de la UNSAM Diego Álvarez analiza a cuánto estamos de la angustia producida por la gripe española que en 1918 mató a 50 millones de personas.
El actual, en África Occidental, comenzó en Guinea en febrero de 2014 y se propagó hacia Liberia en Marzo, Sierra Leona en mayo y Nigeria hacia fines de julio. Las causas del crecimiento exponencial y la duración del pueden entenderse si se considera el contexto socio-económico en el que se desarrolla el brote. De acuerdo con las Naciones Unidas, Liberia, Sierra Leona y Guinea se encuentran entre los 20 países con Índice de Desarrollo Humano más bajo con más del 50% de la población viviendo por debajo del límite de la pobreza. El ébola ha sobrepasado a sistemas de salud que ya estaban saturados y que apenas podían lidiar con enfermedades más prevalentes en la región como la malaria, la enfermedad del sueño, la fiebre de Lassa o distintas diarreas que causan día a día más muertes entre la gente más pobre que el mismo ébola. De hecho, durante el año 2012 sólo la infección con malaria causó en la región más de 6.300 muertes, en su mayoría niños.
Las limitaciones en los sistemas de salud hacen difícil la implementación de las medidas de contención como la detección temprana de casos, el aislamiento de pacientes sospechosos y confirmados, el rastreo y monitoreo de las personas que estuvieron en contacto con los pacientes infectados y la prevención del contagio mediante el uso de equipamiento de protección y desinfectantes. Hasta el momento, el número de casos es comparable al que se registró durante el brote de SARS (gripe aviar) en 2003 y es significativamente menor al de otras epidemias de principios de siglo pasado como la gran pandemia de gripe española del año 1918 que causó cerca de 50 millones de muertes alrededor del mundo.
La confirmación del primer caso de ébola en Lagos en el mes de julio encendió la alarma de una propagación descontrolada del virus en una ciudad donde podía ser virtualmente imposible rastrear y monitorear los contactos con las personas infectadas. El virus llegó a través de un pasajero que en el vuelo desde Liberia mostró síntomas sospechosos. El pasajero fue acompañado desde el aeropuerto al hospital donde murió a los pocos días luego de que se confirmara la infección. En los días siguientes se confirmaron diecinueve contagios (entre los que se cuentan médicos y enfermeras que estuvieron en contacto con el paciente) que resultaron en 7 casos fatales. Sin embargo la rápida movilización de recursos con apoyo de distintos organismos internacionales y la respuesta frente al brote de parte de las autoridades nacionales en coordinación con instituciones privadas con personal entrenado y equipamiento adecuado para un rápido diagnóstico permitieron tomar rápidas medidas de contención.
Un equipo experimentado de epidemiólogos se dedicó a rastrear y monitorear a las personas que habían estado en contacto con los pacientes con casos confirmados de ébola y a las personas que vivían en el radio de las personas monitoreadas en un esfuerzo que significó rondas de visitas a casi 26.000 casas. Todas las personas que habían tenido contacto con los pacientes infectados fueron seguidas diariamente por 21 días, y esta semana se cumplieron 42 días sin casos reportados de ébola en Nigeria que ha sido declarada libre de la transmisión del virus.
El éxito para frenar la transmisión del virus también requirió de la difusión en medios de comunicación masiva de las medidas de contención y de información acerca de la enfermedad para generar conciencia acerca de las acciones de control que llevaban adelante las autoridades sanitarias.
La propagación de la infección ocurre por transmisión mediante el contacto directo (a través de lastimaduras en la piel o de membranas mucosas como los labios, las fosas nasales y los ojos) con fluidos corporales como sangre, vómito o secreciones de personas enfermas. De la misma forma el contagio también puede ocurrir mediante el contacto con objetos contaminados con fluidos corporales de una persona enferma como ropa, sábanas o materiales médicos desechable. A partir del momento de la infección con el virus, la enfermedad tarda entre 2 y 21 días en manifestarse y se presenta con fiebre, fatiga, dolor muscular y jaqueca, seguido de vómitos, diarrea, signos de mala función de hígado y riñones, y finalmente sangrado de órganos.
La persona infectada comienza a contagiar cuando desarrolla estos síntomas y la infección se propaga principalmente a los trabajadores de la salud, los familiares y personas en contacto estrecho con el enfermo. No existe vacuna ni tratamiento específico y la forma de prevenir el contagio es usar ropa de protección personal adecuada para el cuidado del paciente.
En cierta medida también contribuyen a la propagación de la infección prácticas tradicionales como bañar a los cadáveres antes del entierro y el contacto con el cadáver durante el funeral, ya que el virus de ébola puede persistir hasta varias horas luego de la muerte de una persona infectada.
[quote_box_left]Extracto del texto originalmente publicado en Revista Anfibia. Click aquí para seguir leyendo. [/quote_box_left]