Lado B
Retrato de mi cuerpo, de Phillip Lopate
Por Alejandro Badillo @alebadilloc
11 de septiembre, 2014
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Alejandro Badillo

@Alebadilloc

El género ensayístico es, por vocación, flexible. A menudo se piensa en el ensayo como un texto acartonado, en el que salen a relucir verdades incuestionables. Sin embargo, el ensayo nace de la duda, de una aproximación siempre subjetiva e, incluso, lúdica. Ya los grandes ensayistas ingleses (aquí tengo que recomendar el libro Ensayistas ingleses publicado por Conaculta, compilado por Ricardo Baeza y prologado por Bioy Casares) nos enseñaron que una reflexión profunda puede partir de hechos en apariencia insulsos que se revelan, bajo una mirada tenaz e incisiva, como detonantes de grandes temas. Las fobias cotidianas de Charles Lamb; las obsesiones de William Hazlitt o las ironías de Swift trascienden el contexto en el que fueron creadas y hablan a generaciones futuras porque apelan a las grandezas y miserias humanas.

Traducción de Ana Marimón Driben Tumbona ediciones. 1era edición, 2010.

Traducción de Ana Marimón Driben
Tumbona ediciones. 1era edición, 2010.

Phillip Lopate (Nueva York, 1942) va un paso más allá y hace de su vida la materia de sus ensayos. Es inútil tratar de identificar si sus textos son “ensayos personales”, “ensayos literarios” o “ensayos creativos”. La importancia de su estilo radica en la engañosa transparencia de sus confesiones que involucran, de inmediato, al lector. De inicio, el autor acepta que no ha vivido grandes aventuras, tampoco ha realizado grandes viajes y, mucho menos, ha tenido participación activa en algún momento histórico de su país. Su vida es la de un maestro universitario, padre de familia, habitante de varias ciudades de Estados Unidos. Partiendo de este origen en apariencia insulso, los ensayos de Retrato de mi cuerpo se articulan como los capítulos de una autobiografía. “El paseo del escéptico” y “El ego ineludible”, las dos partes del libro, organizan los fragmentos de una vida que descubre sin timidez las altas y bajas de sus días. La relación hijo-padre cuando éste último está en la última parte de su vida; el nacimiento de un hijo; la predilección por ciertas películas; el cultivo de la soledad o la larga relación con un amigo, son momentos comunes a muchas personas y, por esta razón, adquieren una inmediata cercanía con el lector. No estamos ante una simple confesión sino ante una voz que, es cierto, parte de lo íntimo, pero que tiene el tino de seleccionar con sabiduría los momentos expuestos y contarlos con la manufactura de un cuento o el capítulo de una novela.

Hay, a mi gusto, dos ensayos que sobresalen: “Retrato de mi cuerpo” y “Renuencia al holocausto”. El primero es una aproximación a la autobiografía a través del cuerpo. Haciendo una observación, demoledora y en momentos tragicómica, de su cuerpo, Lopate reflexiona sobre su vida no desde una recapitulación heroica sino sacando partido de las minucias cotidianas, de aquellos pensamientos que cruzan fugazmente por la cabeza y que, en la tarea de la escritura, se revelan como partes fundamentales de la personalidad. En “Renuencia al holocausto” Lopate aborda la manipulación mediática de la eliminación sistemática de judíos por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. El autor, descendiente de judíos, reflexiona sobre el uso político del holocausto como un instrumento más de las élites para lucrar con tragedias e, incluso, caricaturizarlas para legitimar a un grupo social. La relevancia del ensayo es, además de abordar un tema espinoso, poner sobre la mesa que cualquier sufrimiento humano, cualquier asesinato en masa, es igual de importante, sin distingo de etnias, religiones o circunstancias.

Retrato de mi cuerpo es una muestra de las posibilidades del género ensayístico. Leerlo no es sólo aventurarse en las intimidades de una vida sino sondear aquellas pulsiones que nos vuelven humanos.

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Alejandro Badillo
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