Lado B
El baño
Entre la apropiación del espacio público y la amenaza constante del rechazo
Por Lado B @ladobemx
02 de mayo, 2014
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Tuss Fernández

@ituss79

“Yo por eso siempre vengo aquí”, me dice Renata mientras ambos miramos fijamente hacia la cortina roja que delimita la entrada a los baños. “Aquí nunca te dicen nada; en otros lugares te discriminan o te sacan pero aquí no les importa, parece que ni se fijan”.

Renata es una mujer transexual casi en el límite de los cuarenta años. Alta, delgada y de curvas bien definidas, morena como los granos de café recién tostado y elegantemente alegre. No nos conocemos pero hoy nos encontramos en la barra de un bar de moda: es una mezcalería ubicada en la zona centro de la ciudad.

Foto tomada de http://bimagazine.org/

Foto tomada de bimagazine.org

Mientras seguimos observando quién entra y quién sale por entre la abertura de la cortina, Renata y yo sabemos que para quienes viven una identidad sexual minoritaria, utilizar un baño público puede tornarse en una experiencia agridulce. Por un lado, el reto de transgredir la norma en el espacio urbano a la par que se experimenta en el propio cuerpo, el sabor dulce de conquistar un espacio que por mucho tiempo fue socialmente negado y, por otro, el trago amargo de enfrentarse al constante rechazo, el repudio y la violencia de quienes nos consideran como distintos. A todo esto habría que agregar la disputa interna, la limitación a que nos sujetamos, presas de nuestros propios prejuicios.

Isis Samaniego, intersexual

–Por tu identidad y lo que hemos conversado, sé que has tenido algunas dificultades para utilizar los baños públicos, ¿cuáles son, cómo las has enfrentado?

–Depende mucho del lugar. Me gusta mucho entrar a los lugares heterosexuales porque me gusta fastidiarles la vida y entonces voy al baño y checo la puerta, si está cerrada la de mujeres, me meto al de hombres y si está cerrado el de hombres, me meto al de mujeres. Me da por fastidiarles la vida un poquillo pero hay otros lugares donde me la fastidian a mí. […] A la hora de la entrada, la gente se frikea y entonces yo me quedo así de “¡verga!, ¿y ahora qué va a pasar?”. Normalmente quienes más me han discriminado, ha sido en el baño de mujeres, entonces pues ya mejor me voy directo al de los hombres y no tengo pedos.

–¿Te dicen algo o qué te hacen?

–Pues sobre todo las señoras, con la vista, te voltean a ver así como “¿y esto qué es?”, y después pues nunca falta la que dice: “oiga, joven, usted no va aquí”. Por eso es que para no tener broncas, mejor me paso al de hombres.

–¿Les contestas o les dices algo?

–No, la neta es que no. He entendido que no vale la pena pelearse, con las señoras sobre todo.

–Pero entonces, ¿sí es una bronca ir al baño?

–Sí, sí lo es porque de pronto nunca sabes con quién te vas a topar. Pero en el de los hombres es distinto, no pasa de que se te queden viendo así como “¿qué es?”, pero no hay esa mirada inquisidora que sí tienen las mujeres.

–¿Qué crees que piensen?

–Pues para empezar es el miedo, ¿no? El miedo a no saber qué eres y luego, si es que eres lesbiana, las mujeres piensan que les vas a andar viendo algo y cosas así, o que si eres hombre igual les vas a andar viendo algo y la neta es que bueno, yo paso sin ver, yo voy directo a lo que voy al baño porque, además, a mí no me gusta que me vean.

–¿Crees que hay alguna manera de solucionarlo?

–Pues mira, la única solución que yo he encontrado es que en algunos lugares tienen baños unisex y ahí no hay broncas porque ahí haces tu fila como cualquier otro.

http://www.dailymail.co.uk/

Foto tomada de dailymail.co.uk

Jesse Álvarez, hombre trans

–¿Tuviste o has tenido algún conflicto para entrar a un baño público?

–Tal vez te aburra. La verdad no fue nada difícil porque la gente no se daba cuenta de mi condición PreT, sólo no hablaba porque yo creo que mi voz era muy femenina. Mi único miedo al entrar a un baño público era encontrarme a un familiar pero fuera de eso me sentía más cómodo en el baño de hombres que en el de mujeres.

”La primera vez que decidí dejar de entrar al baño de mujeres tenía 16 años y aún no me veía tan hombre sino más bien como un híbrido. De todas maneras por mi apariencia confusa evitaba entrar al baño pero aquella vez tomé muchos líquidos pero no entraba al baño de hombres porque ahí no sabía qué hacer y qué era lo más apropiado, así que entré al de mujeres muy rápido y cuando salí una señora me dijo ‘¡niño, no puedes estar aquí!’. Salí corriendo espantado y desde entonces entro al baño que me corresponde (el de hombres); ahí nunca notan ni me dicen nada, paso como cualquier otro”.

–Y aparte de esa experiencia, ¿alguna vez te discriminaron o te hicieron sentir mal?

–No, jamás. Pienso que eso es parte de nuestros propios miedos y prejuicios.

”Te diré algo y espero que lo pongas para que los demás se den cuenta. En verdad creo que es nuestra forma de ser atrae la transfobia. Tal vez pienso de manera contraria a como debe pensar un hombre como yo, pero me funciona porque jamás nadie me ha ofendido o discriminado. No hablo mucho sobre mi transición y no es necesario que las personas sepan qué pedo conmigo pero entre más estés metido en este medio (LGBT) como que la gente se mete más y te molestan. Es como un niño al que molestan otros niños y lo hacen llorar porque ven que funciona, y entonces lo molestan más. Así pasa con toda la sociedad, si haces caso más hablan de ti, más opinan otras personas y más quieren chingar. Por eso espero que si esto es para publicarse, que digas esto último porque quisiera que muchos entendieran que se vive mejor así (incógnito, sin revelar tu identidad) y si otros no la han intentado, podrían hacerlo y evitar ser discriminados”.

Eliza Dierdorf, mujer trans

–Como mujer trans, ¿cuáles han sido las dificultades de entrar a un baño público, a qué te has enfrentado?

Foto tomada de gendertrender.wordpress.com

Foto tomada de gendertrender.wordpress.com

–Sólo como muy al principio de mi transición me topé con alguna que otra persona que me decía que me había confundido de baño pero me pasó sólo unas tres o cuatro veces.

–¿Y qué pasaba o qué sentías en ese momento?

–Pues en una sólo me disculpé y me pasé al de hombres y en las otras fue ya de salida así que ya ni dije nada, aunque sí llegó a ser un poco incómodo, pero sí he conocido a otras chicas a quienes hasta han agredido y francamente eso a mí me ofende. Hasta eso, yo he tenido una combinación de suerte y actitud que me han permitido usar los baños públicos con toda confianza.

Alex Montiel, hombre trans

–¿Qué ha representado para ti entrar a un baño público? ¿Cómo te ha ido en cuestión de discriminación, de prejuicios y de esta sensación que experimentas cuando por primera vez entras al baño con el que te sientes identificado?

–Pues para mí fue difícil, mucho. El baño es un espacio que lleva comúnmente la palabra “público” cuando dentro se realizan actividades íntimas. En mi caso no fue hasta que un amigo de la facultad me alentó a entrar, como si yo estuviera esperando el permiso de alguien a quien yo consideraba y me consideraba un igual, una especie de aliado que podría apadrinarme a ese mundo tan “opuesto” al baño de mujeres.

”En el baño de hombres no prevalece el pudor y en el de las mujeres es la bandera por excelencia, hasta tengo la impresión que las chavas no desahogan del todo sus necesidades por el miedo a violar los códigos de las buenas conductas como si no fueran seres vivientes.

”Entonces fue conflictuante. Ahora que ya entro al baño de hombres me siento con más libertad de ser un asqueroso natural, sin embargo no del todo protegido y sí agente vulnerable (sigo sintiendo eso). En la facultad entro sin ningún problema, me he encontrado a algunos amigos ahí y ruego por no encontrarme enemigos. Al principio sentía mello de que vieran mis pies sobresaliendo de la rendija del baño, ahora creo que les debe importar un carajo cómo mea el cabrón en cuestión, pero hay de todo.

”Puedes ser un ‘dude’ trans súper confiado y malote y la chingada pero no sabes qué onda con los prejuicios de la persona de al lado. Aunque fueses un hombre biológico, si meas sentado algo diferente tienes”.

Gabriele, queer

–¿Qué pasa con los baños públicos? ¿Cómo te sientes cuando tienes que elegir alguno en cuestión de género?

–Es un pinche trauma, sobre todo cuando tienes que ir al de discapacitados porque no puedes definirte por el de hombres o el de mujeres.

”Osé ir a un baño público cuando no tenía la indumentaria apropiada para mi género socialmente hablando, y pues causa mucha confusión. Yo nada más estaba parad@ en la puerta y sólo se me quedaban viendo; igual las de adentro sólo veían hacia la puerta y se me quedaban mirando. Además me ha tocado gente que se asusta al verte o que se sorprende así como pensando “no mames, ¿qué es?”. Pero ese día estaban el baño de hombres y el de mujeres y en medio dos baños grandísimos para discapacitados y pues pensé: “me voy a meter a éste, así me ahorro pasármela mal”. Son de lo más pasivo agresivo; algunas veces me gustan también para confrontar pero es que si entras al de hombres se te puede caer la vagina, te puede crecer un pene o se te puede alargar el clítoris y eso sería mucho problema porque cómo se te va a ver el vestido”.

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