La vida en el limbo: recordando a Ahumada

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Pop Crimes!

Abrir las ediciones dominicales del diario La Jornada en los 90 era abrir una ventana a un mundo en el que convivían lo mismo judiciales corruptos, luchadores lisérgicos que pandillas de bebés punks, dominatrix freudianas, niñas cabronas que escuchan canciones de The Cure antes de dormir, y mundos oníricos que empiezan al abrir la ventana.

En ese abigarrado y desmadroso mundo llamado Histerietas, dirigido y editado por el monero mejor conocido por sus trazos recargados y politizados y su seudónimo Magú, sobresalía por su carga simbólica, por la nostalgia impresa en sus líneas y su narcótica narración gráfica, la serie “La vida en el limbo”.

Firmada por Manuel Ahumada, “La vida en el limbo” fue en esos años la narración de detrás del espejo de una ciudad habitada por largos y taciturnos silencios. Grandes calles y avenidas cruzadas por el hombre sin rostro de sombrero y gabardina. Espacios siderales y hombres alados, poesía en cuadritos, seis, ocho, diez. Apenas los necesarios para contar y ensayar.

Ingeniero agrícola que transmutó el campo por el dibujo como espacio laboral; la ilustración, el grabado y hasta la escultura como campo de batalla cotidiano, Manuel Ahumada recibió en  1982 el Gran Prix del Salón Internacional de la Caricatura de Montreal, Canadá.

Hace unos días Ahumada abrió la ventana y emulando a uno de sus personajes salió a navegar el mundo onírico que creó. Falleció el 3 de enero a consecuencia de un fallo cardiorespiratorio cuando dormía.

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  • Inolvidables estos cartones, sentado a la entrada de la Vocacional, compartía mi colección con mis amigos y disfrutábamos el rato.