Lado B
De las miradas transeúntes al ritual brujístico
La Marcha de las Putas 2013, entre el estupor y la incomprensión ciudadana
Por Lado B @ladobemx
14 de octubre, 2013
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Foto: Marlene Martínez

Ámbar Barrera

@Dra_Caos

Son las 5 de la tarde. El sol cae con pereza como cualquier domingo en la Ciudad de Puebla, pero este no es uno cualquiera. Cerca del reloj del Gallito, el simbólico epicentro de las manifestaciones que han de llegar al zócalo, un grupo de mujeres de llamativa vestimenta — minifaldas, escotes, mallas de red, tacones, actitud– y cargado maquillaje se congrega. Una manta de grandes y gruesas letras atrae las miradas: “La marcha de las putas”. La gente que va de paso se acerca a curiosear. Algunos después de leer las pancartas que portan las mujeres abren los ojos bruscamente y aprietan el paso. Un anciano encorvado que va a paso lentísimo mira con la boca abierta a una muchacha con minifalda. Es difícil leer en su expresión si lo hace con alarma o con morbo.

“Prefiero ser puto que macho”.

Este grupo de mujeres que exige el derecho a no ser molestadas por vestir y actuar como les plazca, no están solas. Algunos hombres se suman al contingente y marcharán también como una-uno más, con minifalda, con tacones plateados y brillantes, con medias de red y mandiles. Los policías, con seños fruncidos y ademanes toscos, se alistan para custodiar a regañadientes la marcha.

“¡Las mujeres adelante y el machismo para atrás!”.

Niñas desde 6 años apoyan el contingente, les gusta usar shorts y quieren seguir usándolos cuando crezcan sin que las discriminen: “No importa cómo nos vistamos no deben violentarnos”, exclama seriamente una niña de 11 años. Sus ojos sacan chispas.

Una fila de brasieres encabeza la marcha y en cada cruce detiene el tráfico. Le sigue una bandera tricolor manchada de rojo, que en vez de un águila al centro muestra un puño furioso perfectamente enmarcado en el símbolo del círculo y la cruz que representan al sexo femenino.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

“¡Arriba, abajo, los machos al carajo!”.

La marcha cruza la 11 sur y un joven de brazos cruzados opina molesto:

–Esto no sirve para nada, es una pérdida de tiempo, porque los que le faltan al respeto a la mujer son puros drogadictos, puros ignorantes, que obviamente nunca van a cambiar.

“¡La putería también es rebeldía!”.

El grupo avanza sobre Reforma, la gente que camina en sentido contrario murmura, otros se detienen a mirar, fruncen el ceño o sonríen. Algunos son fantasmas vouyeristas, se ríen para dentro y se cruzan de brazos. Otros, a pesar de observar y escuchar no entienden: “No sé si una marcha sobre gays o sobre mujeres”, “Por lo que veo es sobre prostitutas… o gays. No deberían ir revueltos, no se entiende”.

Una pareja, ambos como de 50 años, se detiene y ve a la marcha alejarse. La señora mueve con reproche la cabeza de lado a lado y toma de la mano a su esposo:

–Hacen mal. Diciendo esas palabras y vistiendo así ¡Hay niños y no piensan en eso! Están dando espectáculo.

El bigote del señor tiembla:

–Si, lo que dice mi esposa… –murmura mientras sus ojos siguen clavados en la espalda desnuda de una chica que va en bicicleta, vestida solamente con unas mayas azules y con letras en plumón negro “Prostitutas somos todos”.

Los empleados de las tiendas salen a ver. Un joven cree que “está bien, porque este país ya se está volviendo machista”, mientras que otro mira con desprecio y da un paso atrás:

–A mí nada de esto me afecta.

“¡Alerta, alerta, alerta! ¡La marcha de las putas por América Latina!”.

El contingente llega a la 5 sur y junto al semáforo una pareja de turistas que viene de San Francisco, Estados Unidos, observa la marcha sin tensar el cuerpo y regalando alguna sonrisa a los integrantes del movimiento

–En San Francisco cada quien viste como le da la gana y sin problema, parece que ser mujer en México debe ser difícil por los estereotipos. –Ambos levantan los pulgares y sonríen ampliamente–¡Nosotros los apoyamos!.

La entrada de la marcha al zócalo fue el clímax para los integrantes. Cientos de ojos, indistinguibles, morbosos, sorprendidos, juzgando, riendo, tal vez, algunos conmovidos, se enfrentaban con la mirada firme y retadora de los marchantes y con su energía: “¡El que no brinque es macho! ¡El que no brinque es macho!”.

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Foto: Marlene Martínez

“¡Pucha con pucha, lesbianas en la lucha!”.

Una madre y su hija, después de escuchar las consignas y observar las pancartas, platican:

–Está muy bien que exijan por los derechos de las mujeres, no importa la sexualidad que tengan. Lo único que no entiendo es que esa muchacha vaya encuerada… ¿Para qué? –Opina y pregunta la madre en tono sincero, curioso. Entonces alguien le ofrece una copia donde se lee el manifiesto de la marcha.

Ella lo lee y mientras sonríe emocionada y asienta con la cabeza dice:

–¡Si, yo sí me uniría!

Su hija hace una mueca y mira sorprendida a su madre:

–¡Yo no! Es que se ven vulgares… digo… está bien… pero yo no.

***

6:30. El sol baña a todos sin remedio, agresor color naranja. Los integrantes de la Marcha de las Putas se cubren de esa luz quemante y cegadora. “¡Va a caer, va a caer, el machismo va a caer!”. El sol finalmente cae y desaparece mientras prosigue aquel ritual brujístico.

En una gran olla, mujer tras mujer remojan la bandera en agua color carmín, la sangre de las 33 mujeres que han sido asesinadas en Puebla en lo que va del año. 35, según cifras de las PGJ. Las campanas de la catedral suenan, como si prepararan a la gente para la segunda parte del ritual.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

El manifiesto de este año para la Marcha de las Putas reza lo siguiente: “Tú me llamas Puta como en latin putta, putida (podrida), yo me nombro Puta como el verbo latino putare que es pensar, porque Puta es la mujer que sabe pensar, que sabe usar la lengua (…) ¿Qué me dices cuando me dices Puta? Me dices que las mujeres tenemos lengua y hemos aprendido a usarla de maneras infinitas, y hoy nos da la gana usarla para venir a incendiarte”. Efectivamente algo se incendia. Se incendia aquel montón de brasieres. Y mientras el fuego devora las prendas y las culpas que le atribuyen a la mujer por ser agredida, violada o asesinada, alrededor las voces se desgarran al ritmo de las llamas: “¡Arde! ¡Arde! ¡Arde el patriarcado!”.

La bandera ya está ahogada en la loza histórica, patrimonio de la humanidad. Escurre el agua carmín y la sangre simbólica se extiende entre las grietas. Entonces, el hechizo, es la invitación para que mujeres se besen con otras mujeres, “Soy puta porque amo a otra mujer, soy Puta por amar libremente, soy Puta y soy lesbiana”. Entre besos amistosos y besos apasionados, el fuego se minimiza y de aquello que se quemó solo quedan cenizas. Finaliza el ritual.

Acá puedes ver la galería fotográfica completa.

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Autor Lado B
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