Amira George
El abuso sexual no es tema agradable para nadie. Menos cuando se tratan de niños. Menos cuando involucran a sacerdotes.
Aunque en los últimos años han salido a relucir cientos de casos de niños en todo el mundo que fueron abusados sexualmente por sacerdotes católicos este tema todavía es un gran tabú de nuestros tiempos. Los homosexuales salieron del closet y ahora entran los padrecitos.
Esta perversión, oscura e intrigante, ha sido lleva a la pantalla grande ya en varias ocasiones, pero pocas veces la ficción de la televisión ha tocado el tema, por razones que no logro entender.
La historia está centrada en Ray, un hombre de familia -en todo el sentido de la palabra- que trabaja como el “solucionaproblemas” de actores, actrices, deportistas, empresarios y demás miembros de la alta realeza de Los Ángeles.
Desde joven Ray se ha hecho cargo de sus dos hermanos, quienes por diversos problemas necesitan el respaldo de su hermano mayor: Terry quien sufre de Parkinson después de una corta pero prolifera carrera de boxeador, y Bunchy, quien a sus 40 años no se puede mantener solo y se define como un “anoréxico sexual”, ya que cualquier tipo de contacto le recuerda el abuso que sufrió a manos de un sacerdote en su infancia.
La relación de Ray con sus hermanos, su esposa y sus hijos se ve afectada cuando Mickey, su padre, sale de la cárcel y busca a su familia con la finalidad de entablar una relación -o al menos eso dice-, cosa que a Ray no le agrada del todo dado el pasado oscuro de su padre y el suyo.
En lo personal me confieso una fanática de las historias de mafiosos, por lo que trasladar este género a las soleadas tierras californianas es un giro agradable y muy apreciado.
La historia tiene sus giros en cada capítulo, y fiel al estilo las traiciones van y vienen lo cual mantiene al espectador pegado y con ganas de más.
Por si esto fuera poco, las actuaciones son excelentes. Liev Schreiber es el encargado de darle vida a Ray Donovan, y le da un aire de calma, violencia y sexualidad con tan pocas palabras que una entiende perfectamente por qué la esposa no lo ha dejado.
Mickey y Ray son dos personajes completamente opuestos, pero que no puede existir el uno sin el otro. Son un ying/yang moderno, violento y digno de ser llevado a la pantalla.
El único problema que le veo a la serie es que sólo hay una temporada de 12 capítulos hasta la fecha, y la siguiente entrega será en algún punto del próximo año, por lo que esta es una adicción que hay que dosificar o ver una y otra y otra vez.