En unas cuantas semanas hemos vivido acontecimientos muy relevantes para la política nacional e internacional:
¿En qué se relacionan estos momentos históricos ocurridos en secuela durante las últimas semanas?
Un buen líder debe tener una carga importante de humildad para reconocer sus limitaciones y recordar que no es indispensable. El líder debe entender al poder como un medio de incidir e impulsar los ideales del grupo que representa, siempre y cuando ésos intereses estén por encima de su propio ego pero no atropellen los derechos de quienes no son sus seguidores.
Mi opinión es que ningún cargo embestido de autoridad debe ser vitalicio. Los humanos, aún si creemos que son elegidos por dios para una tarea, somos humanos, y por ello tenemos limitaciones físicas, intelectuales y emocionales. Para llevar a cabo una responsabilidad al máximo, sobre todo cuando se trata de representar a toda una multitud, deben ponerse en la mesa los objetivos claros y el tiempo en el que se intentarán cumplir. De otro modo, las mieles del poder, el apego a estar en la cima acabarán importando más que el objetivo de representar.
Creo entonces que Hugo Chávez, que en paz descanse, se enamoró tanto de su papel que no quiso dejarlo hasta la muerte. Se convirtió en el tirano que tanto criticó solamente por no permitir que alguien ocupara su lugar, incluso aunque fuera de su misma corriente ideológica. En ese mismo sentido, Elba Esther Gordillo se impuso a sus seguidores sin que estos cuestionasen de los recursos, de las formas, de las decisiones que no son para tomarse a solas. Ella no compartió el poder, se le arrebató, justamente, por los vicios que la perpetuaron en el puesto.
Raúl Castro, la continuidad del sistema comunista cubano, con su declaración y las recientes acciones con él al mando, han permitido una evolución de la forma de gobernar. Expreso, sin prejuicios, que limitar su gobierno a 10 años es un avance. Podrá no llegar, pero si llega a los 87 pasará a la historia como un gobernante sabio. La más inteligente de las decisiones es para mí la de Ratzinger, quien se salió del libreto de una institución regida mucho por costumbres. Su conocimiento, su carácter, puede aportar más a solventar los vicios de su iglesia desde una silla de consejo, como lo hacía con Juan Pablo II, que desde la silla Papal. Él se sabe cansado, físicamente no puede dirigir a millones de seguidores cuando la modernidad avanza tan de prisa.
No importa en qué crea, tampoco cuál sea tu ideología, hay líderes con sabiduría y otros, aunque inteligentes, menos visionarios. Permanecer en un puesto por mucho tiempo produce:
Por ego o por humildad, por respeto a la institución o a los seguidores, o por dignidad, hay que saber renunciar. Ningún puesto es para siempre, hay que saber moverse a tiempo.
* Ciudadano poblano por nacimiento, crecimiento y convicción. Mi profesión es la vinculación.
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EL PEPO