Papeles. Papeles de colores. Azul, amarillo y rosa. Papeles pequeños de forma cuadrada que se pegan para no olvidar cosas, prácticos recordatorios de lo que quedó pendiente, de lo que hay que hacer. Papeles de colores en donde este domingo se contaron historias, breves capítulos de las vidas de un montón de mujeres registrados en papeles para recordar.
En un papel azul una mujer contó cómo durante toda la secundaria un mismo hombre la “tocaba”, cuando le dijo a la policía no le hicieron caso. En un papel rosa otra mujer contó que estaba muy enamorada de su novio, hasta que la violó. En un papel amarillo, una mujer contó que una vez viajando en taxi el chofer se empezó a masturbar.
Historias que quien las vive no las olvida, incluso cuando no se escriben en papeles para recordar.
***
Tal como se había anunciado, decenas de mujeres tomaron las calles de Puebla para replicar “La Marcha de las Putas”. Mujeres en mini, con medias de red, con jeans, o playera, de short o con escote, de diferentes edades, estilos e intereses salieron a gritar que “NO es NO”.
“Alerta, alerta, alerta que camina La Marcha de las Putas por América Latina”, “No soy una vagina, tampoco unos pechos, soy una mujer exigiendo sus derechos”, fueron algunas de las consignas que se escucharon durante el recorrido del Jardín de El Carmen al zócalo.
El objetivo: “decirle a la sociedad que ni la vestimenta, ni el lugar, la compañía, la actitud o la orientación sexual, NADA justifica la violencia y el acoso sexual, ni la imposición de relaciones sexuales en las calles, el trabajo o la casa. La mujer NO provoca VIOLENCIA, ni AGRESIÓN por ejercer libremente su personalidad, ideas y principios”.
Además, exigir al Estado que garantice a las mujeres una vida libre de violencia, como lo establece la ley en la materia, ya que en Puebla se cometen 2.2 delitos sexuales al día y el número de asesinatos dolosos de mujeres se triplicó en 2011, respecto del 2005.
***
De alguna manera la reacción era previsible. La palabra puta es en sí misma transgresora. Verla en decenas de pancartas y escucharla decenas de veces por decenas de mujeres seguramente no fue fácil.
Un par de señores sonrieron simpáticamente y mostraron sus pulgares al contingente. Una señora de pelo muy canoso apuró el paso. Hombres y mujeres salían de los negocios para ver pasar la marcha, sobre todo, con incredulidad. Y algunas bocas quedaban abiertas, como la de un señor cuya esposa no sabía si hacer como que no pasaba nada o decirles a sus hijas –dos niñas de entre 10 y 12 años- que se taparán ojos y oídos.
Los comensales de los restaurantes alrededor del zócalo volteaban sorprendidos, los policías hacían preguntas, tomaban fotos y les decían que podían quedarse todo el día.
Una mujer embarazada atrajo la atención de la prensa cuando se subió la blusa para mostrar su panza donde se leía: “Puta en camino”; a unos pasos, algunos miembros de la comunidad de la diversidad sostenían una bandera multicolor y una cartulina que decía: “putos apoyando a las putas”.
Encabezando la marcha cinco mujeres representaron diferentes roles sociales encadenadas a un hombre, el machismo interpretado con bigotazo y actitud desafiante. Un performance que concluyó en el zócalo rompiendo las cadenas para deshacerse de las ataduras sociales que violentan a las mujeres.