Lado B
Sheriff de Múzquiz por sus pistolas
Soy primer comandante de las fuerzas armadas de todo lo que es Coahuila
Por Lado B @ladobemx
29 de octubre, 2012
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Foto: Joel Barrera

Quitzé Fernández

@QuitzeFernandez

Hace casi 20 años David Palao fue nombrado Sheriff por las puras pistolas de alguien, le dieron arma, una placa de juguete y un título de pura ilusión con las que se ganó al pueblo. Ahora, por sus pistolas, pretende que todo Múzquiz olvide lo que es y se ha forjado a lo largo de nueve presidentes municipales que lo han incluido en la nómina como guardián de los alrededores. Porque ahora dice, es Comandante Primero.

No fue difícil llegar hasta él; casi siempre está custodiando la zona centro. Parando el tráfico con su silbato para que pasen mujeres y niños.

Alza la mano, se para enfrente de los autos. Y da el paso a las personas más endebles.

—Soy primer comandante de las fuerzas armadas de todo lo que es Coahuila. Soy el único que trabaja 24 horas por 24. El Gobernador me nombró en Saltillo.

David Palao López, El Sheriff, 44 años de edad; poco menos de 1.50 de estatura y una infancia eterna que adoptó desde el nacimiento a causa de una enfermedad, pasea en la parte trasera de las patrullas de Policía. Tiene una Caseta como refugio. Y a veces tiene voz de mando con los policías que cree están a su cargo.

Nunca ha usado una pistola de verdad. Nunca ha sometido a la fuerza a alguien.

—¿Entonces usted no es el Sheriff?

—No, soy el primer comandante. Tengo a mi cargo 60 tránsitos y 100 oficiales.

Siempre afuera de la Caseta de Vigilancia de Presidencia Municipal, en una oficina de Gobierno, o al tanto de la seguridad de su amor Rossanita Valdés, la mujer más bella de los alrededores, o al menos de Presidencia… o al menos para él.

El Sheriff viste camisa azul: una placa de juguete que lo ostenta como autoridad; botas bien lustradas: pantalón azul de mezclilla y unos ojos chiquitos, brillosos; como de niño.

Trae una pistola de aire tipo escuadra que dice es real.

Esposas.

Balas calibre .45 en el cinturón.

Y un sombrero que firmó La Sonora Dinamita durante la feria de septiembre donde trabajó diez días con diez noches como vigilante.

Dormía en un restaurante improvisado. Su trabajo era cuidar de todos.

—¿Cómo está Sheriff? ¿Me presta el baño? —pregunta una mujer que se acerca a la Caseta.

Él autoriza.

— ¿Y por qué ella le dice Sheriff? Si usted dice que no lo es.

— Bueno, es que ella no sabe. Pero ya no soy Sheriff, soy primer comandante de todas las fuerzas armadas…

La estrella, el camino

Múzquiz, Coahuila está lleno de historias fantásticas, de incursiones de los indios y vaqueros que los combatían, o vaqueros que todavía suben a la sierra y cuidan el ganado de los grandes propietarios de la tierra.

Está en la parte norte del estado, donde una tribu americana se asentó: los Kikapoo.

Y gran parte de la actividad económica gira en torno a la ganadería y cacería.

“…Atención Vaqueros, se compran cuernos de Venado…”, es común leer en letreros pegados en las calles..

Fue ahí donde El Sheriff se hizo respetar, gracias a los beneficios de programas impulsados por Presidencia Municipal.

José Manuel Flores, Secretario del Ayuntamiento en 1997 – 1999, y de 2003 a la fecha, contó que durante la administración de Jesús Pader Villarreal (1994 -1996), El Sheriff deambulaba mucho por los alrededores de Presidencia, entonces varios trabajadores decidieron darle un apoyo por llevarles comida, o encargos variados.

— Es una figura del municipio de Múzquiz, empresarios y gobernantes lo conocen. Antes de las ocho de la mañana está aquí, y se va después de las nueve. Se le daba una pequeña propina, alguien le dio una estrella y le dijo que era Sheriff.

Después se le incluyó en nómina.

José Manuel Flores recuerda que durante la administración de José Humberto Múzquiz (2003 – 2005), un trabajador del departamento de ecología se llevó al Sheriff a Piedras Negras a comprar un carro.

Después de ir y venir por varios lotes, se sentaron a comer a un restaurante, y de pronto se vieron rodeados de policías porque alguien reportó sobre la presencia de una persona armada. Era El Sheriff y su arma de a mentiras.

Tras algunas explicaciones, las autoridades de Piedras Negras telefonearon a Múzquiz y todo quedó resuelto.

El Sheriff juró mandar encarcelar a todos por faltarle el respeto.

Al servicio de Múzquiz

Fotos: Joel Barrera

El Sheriff recibe 900 pesos a la quincena, desde hace años el Municipio instaló un programa de apoyo a las personas con capacidades diferentes egresadas del Centro de Atención Múltiple Número 18, aunque David Palao López no salió de ahí.

Víctor Manuel Chavarría Guajardo, Director de Seguridad Pública Municipal, lo trata como un oficial más de los 103 en activo a su cargo.

—Él dice que es Comandante Primero. Me solicita equipo y radios de comunicación. En ocasiones lo subimos a las patrullas. La gente del pueblo lo ve como un elemento más. A veces se pone a dar vialidad. Es muy atento.

De 26 años de edad, desde que tiene uso de razón empezó a escuchar del Sheriff.

—En la secundaria le teníamos respeto, nos reuníamos los amigos en la plaza. Se va uno a estudiar fuera, regresa uno mayor y sigue estando El Sheriff. Llega uno a trabajar a la corporación de Seguridad Pública y sigue estando.

Mientras que Cipriano Antonio Portales Bermúdez, alcalde, está agradecido porque El Sheriff siempre está dispuesto a servir, y al pendiente de su seguridad.

—Si bien es cierto no está al cien por ciento de sus facultades mentales, tiene espíritu de servicio y una nobleza muy propia de la gente que sabe serlo.

Portales Bermúdez llega temprano a la oficina, recibe los buenos días, y el clásico: Jefe aquí estoy para servirle.

— Es un trabajo simbólico. El municipio tiene un programa de apoyo para personas con capacidades diferentes, de tal manera que nosotros tenemos en nómina alrededor de 12, o 14 gentes. A mi me enternece como ellos van, compran unos fritos y te comparten.

Es común, dice, que peleé una camioneta para su uso personal, de hecho vive con la idea de tener una Cheyenne color gris asignada a Obras Públicas.

Ha amenazado con incluso encerrar tres días en la cárcel al Contralor a cambio de su vehículo: Tratamos de que ellos sientan ese afecto. Hacerles la vida más agradable, más llevadera.

— ¿Quién es Rossanita Valdés?

— Es la Dulcinea del Sheriff. Dice que se va a casar con ella, que ya está comprometido.

El guardián de Rossanita

Cuando Roxana Valdés Valdés llegó a trabajar a la oficina, el trato con El Sheriff era poco, más bien él no le dirigía la palabra, pero cuidaba cada uno de sus pasos. Después empezó a decir que estaba enamorado y se iba a casar con ella.

De 24 años de edad. Soltera. Secretaria de Obras Públicas. Cinco años en el puesto.

— Empezó a quererme conquistar con detalles. Me regalaba flores, monos de peluche, aretes.

— ¿Tienes novio?

— Nomás El Sheriff — Dice en tono de broma.

Hubo ocasiones en que ella salía de madrugada por cuestiones de trabajo, a las dos o tres de la mañana.. Ahí estaba El Sheriff. Se iba cuando ella terminaba su trabajo.

En realidad nada más él la conoce como Rossanita, ese día, como tantos otros, fue a la oficina a darle un anillo de compromiso y unos aretes.

— Eso es nomás pa’ que vea que aquí hay palabras de hombres y no se vale rajar. Así de fácil. No son mentiras lo que digo, esos sueños se acabaron. Las promesas se las lleva el tiempo y el viento.

Fotos: Joel Barrera

La fama

Los pocos turistas que van a Múzquiz se toman fotos con El Sheriff, una vez el ex gobernador Humberto Moreira declaró que en la ciudad se sentía seguro, pues estaba bajo el cuidado de El Sheriff, quien en casa tiene como recuerdo fotos con Humberto.

Un ex trabajador del municipio que estuvo cerca cuando llegó El Sheriff, platicó que David Palao tiene varios años esperando una patrulla, que es un personaje característico del municipio y la ciudad no sería la misma sin él: Es el ícono de la policía. Es como un niño, muy bueno; muy honrado.

Contó que durante la administración de Jesús Pader apoyaron a muchas personas con características diferentes, pero El Sheriff era el menos preparado para la vida: Le gustaba el área de seguridad, en oficina se sentía incómodo.

En toda esta historia hubo dos muchachos que abrieron las puertas para que gente como El Sheriff pudiera trabajar, Alejandro Cristiano y Marco Antonio Acosta, recuerda la maestra Leticia García Martínez, fundadora del Centro de Atención Múltiple Número 18.

Leticia García ahora vive su proceso de prejubilación, fue maestra fundadora y directora. Trabajó por 24 años en ese plantel.

— Ellos abrieron la puerta para otros muchachos, nosotros buscábamos que tuvieran algo digno.

En un principio fueron ocho muchachos los que se integraron a trabajar como niñeros o intendentes en jardines de niños.

— Lo más importante es ver lo que han hecho con su dinero y con su vida. Cada año se plantea un tiempo de prácticas laborales.

David Palao, El Sheriff, no estuvo en ninguno de sus grupos. Pero le impresiona la manera en cómo ha salido adelante.

Por siempre niño

Fue en Nueva Rosita, Coahuila, donde un doctor le dijo a Juanita López Padilla que su hijo tenía problemas, no iba a desarrollarse bien y estaba destinado a vivir siempre con el pensamiento de un niño.

—No recuerdo por qué le pusieron Sheriff. A veces actúa como un adulto normal, a veces actúa como si fuera un niño. Tenía problemas con la gente, pero ya todo Múzquiz lo conoce. Trae sus placas de lo que supuestamente es.

Se casó con Alfredo Palao Álvarez. Tuvieron a Álvaro, Juan José, David y José Alfredo, quien murió de deshidratación al año y tres meses.

El Sheriff no se acuerda que tuvo un hermano pequeño. Vive en una esquina de la colonia Fonazol con su mamá, en una casa de tres cuartos que tiene una terraza de madera y una pileta de agua en la esquina que los abastece de agua.

Juanita tiene 65 años, se divorció a los 35. Es una ama de casa que trabaja limpiando hogares, nunca ha estado de acuerdo con el trabajo de su hijo; teme que algún día le peguen y sea mortal para su salud. Sólo en ocasiones El Sheriff ve a su papá.

—A veces me lo insultan, me lo menosprecian. Pero él siempre está en la punta de todo. Él convive con todo mundo, policías y soldados.

Juanita López no recuerda la enfermedad que le diagnosticaron a su hijo David, pero desde el nacimiento tiene una hernia que en cualquier momento lo podría matar.

—Cuando mi hijo nació, antes de tiempo, le faltó atención médica. Pesaba dos kilos con trescientos gramos. Antes de los cinco años lo operaron porque se le salían sus tripitas.

Pese a que trae un reloj, El Sheriff no sabe leer la hora, sólo sabe escribir su nombre. A veces se adelanta en el tiempo; es decir: habla en futuro. El dinero que gana es para él. Pero muchas mujeres lo engañan: se quedan con su dinero.

—Yo le digo: Mijo, no te ilusiones, pero él las quiere mucho. Hay muchas mujeres malas.

El Sheriff viste impecable. Ropa limpia, botas bien lustradas. Una corbata con nudo sencillo y su sombrero autografiado para el sol. Tiene la barba y el bigote crecidos.

La última vez que lo vimos fue después que nos enseñara cómo manejar un arma larga, trabajo que aprendió en los patios de la Dirección de Seguridad Pública cuando instruyen a los policías.

En plena plaza principal estaba simulando cómo tomar un arma, cortar el cartucho y disparar.

Estaba sentado platicando con la secretaría del Museo Histórico de Múzquiz, a dos calles de Presidencia. Traía su placa de mentiras en una bolsa de plástico, en la mano.

—Le dije. Ya voy a entregar la placa allá en Saltillo porque ya no soy Sheriff. Aparte me voy a casar con Rossanita. Ya está pedida. Puede más nuestro amor.

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Autor Lado B
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