Lado B
Élite olímpica, élite genética
 
Por Lado B @ladobemx
08 de agosto, 2012
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  • Cada vez más estudios demuestran cómo a los mejores deportistas les ha tocado una herencia genética más atlética

 Laura Chaparro | SINC*

Foto Adifansnet / SINC

Los atletas nacen y se hacen. Los superatletas nacen. Cada vez son más los estudios que demuestran cómo a los mejores deportistas les ha tocado una herencia genética distinta a los demás.

Un dato: la mitad de los atletas euroasiáticos y el 85% de los africanos cuenta con al menos una copia del alelo 577R, una variante del gen ACTN3, tal y como recuerda un artículo publicado hoy en la revista Nature. O, por ejemplo –dejando a un lado a la élite olímpica– el 94% de los sherpas del valle de Katmandú, en Nepal, cuenta con la variante I del gen ACE, que favorece la escalada de alta montaña.

Esto no significa que las duras sesiones de entrenamiento no sirvan para nada, pero indica que hay individuos que lo tienen más fácil para pulverizar récords que el resto.

“Los métodos de entrenamiento te hacen mejorar pero, como todo el mundo entrena de la misma forma, se ha comprobado que aquellos que son superiores al resto cuentan con un conjunto de variantes genéticas –mutaciones beneficiosas– que muy pocos atletas presentan”, explica a SINC Steve Gullans, director general de Excel Venture Management de Boston (EE UU) y coautor del artículo de Nature.

Además del conocido gen ACTN3, otros tantos –más de 200 variantes genéticas– marcan la diferencia. Y eso sin contar los que aún se desconocen. Gracias a las técnicas de secuenciación del ADN, los científicos van a poder descubrir las variantes más raras, algunas exclusivas de un único individuo.

En opinión de Gullans, los atletas recurrirán a la secuenciación de su genoma cuando la técnica sea más asequible y se haya creado una especie de base de datos con las claves genéticas que potencian las destrezas atléticas. “Hoy en día, solo serviría como una guía”, puntualiza.

No obstante, siempre hay excepciones. El madrileño Jesús Oliván, un atleta de salto de longitud de los años ‘90, contaba con una deficiencia en el gen ACTN3. Aun así, a los 16 años consiguió el mismo registro que Carl Lewis a su edad. Compitió en dos olimpiadas y en varios campeonatos europeos y mundiales de atletismo. Los expertos creen que otros factores –desconocidos por el momento– explicarían su alto rendimiento.

El dopaje, también genético

En vista de que la naturaleza no trata igual a todos los deportistas, la duda está en si los juegos olímpicos, tal y como los conocemos hoy, premian una genética envidiable más que el esfuerzo físico y la capacidad de superación. En este sentido, Gullans pronostica que las olimpiadas podrían evolucionar hacia tres escenarios. Uno de ellos, como ocurre ahora, es que ganen los mejores, aunque tengan ventajas en su mapa genético.

Otro segundo escenario sería dar ventaja a aquellos deportistas que no cuenten con una combinación genética especial y, el tercero, que estos atletas utilicen ciertas terapias para igualar a los mejores, algo completamente prohibido en la actualidad.

“La terapia génica se puede usar para cambiar la composición de los genes de un individuo añadiendo uno nuevo al cuerpo. Por ejemplo, podrías añadir un gen que fabrique EPO –eritropoyetina– y eso haría que el individuo produjera más glóbulos rojos”, comenta el experto. Un incremento de los glóbulos rojos aumenta la cantidad de oxígeno que la sangre transporta a los músculos del cuerpo. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) prohíbe su utilización.

El dopaje genético es una de las amenazas a las que se enfrentan olimpiadas y campeonatos internacionales y no siempre es fácil de identificar. La tecnología ha llegado a tales niveles que los atletas que quieren alterar su mapa genético necesitan la ayuda de los expertos. Por eso, los controles no deben centrarse solo en los deportistas.

“Las mejoras genéticas deberían evaluarse caso por caso y la responsabilidad debería recaer en los médicos de los deportistas, que se ocupan de la administración segura y de vigilar la salud de los atletas”, aseguró Julian Savulescu, profesor de Ética Práctica de la Universidad de Oxford (Reino Unido), en el congreso ESOF 2012 en Dublín (Irlanda).

Seguir leyendo en el sitio de la agencia SINC

 

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