Eran dos las opciones para representar a Egipto. Por un lado los militares, y por el otro, la hermandad musulmana. Es difícil pensar en que exista democracia cuando las dos organizaciones representan a instituciones que no pertenecen a la sociedad civil.
Su compromiso es que no sólo protegerá a los musulmanes, sino también a los cristianos.
La población pensó en el triunfo de Safiq, quien fuera primer ministro del Hosni Mubarak y que representaba la dictadura y la opresión. Ganó la otra opción, la religiosa, y es la democracia que ganaron los egipcios al salir a las calles y pugnar por un régimen diferente al que habían tenido durante tantos años.
Los egipcios salieron a celebrar que no fueran los militares los que ganaran, y la plaza Tahir se lleno de júbilo.
El mensaje de Mohamed Morsi, el ganador, fue de apertura y llamo a los egipcios a la unidad y prometió gobernar para todos.
Terminó con poco menos del 52% de los votos, mientras que Shafik obtuvo un poco más del 48%, según las autoridades. Aproximadamente, un millón de votos fue la diferencia entre los dos candidatos a ocupar la presidencia de la república árabe.
Lo más importante de todo el proceso electoral, es que por primera vez, los egipcios deciden por medio del voto a su presidente, aún cuando no se liberen del todo de los militares.