Lado B
Pepe y Toño II
Todo producto comercial tiene un grupo target. En este caso se trata de los empleados. Son ellos, precisamente, de quienes se procura revaloren la importancia del empresario
Por Lado B @ladobemx
11 de marzo, 2012
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Alquímedes Neza

La multimillonaria campaña de “Pepe y Toño” del Consejo de la Comunicación muestra a dos jóvenes felices de ser empresarios porque, de acuerdo a ellos, los empresarios crean empresas; las empresas, empleos; los empleos, consumidores y, los consumidores, fortalecen las empresas. Por ello, Pepe y Toño están felices, porque ellos al ser empresarios, son el motor de la economía nacional. Sin empresarios no hay empresas y, sin empresas, la economía se cae. ¡Gracias al cielo que hay empresarios!

Anterior a ésta, se presentó la columna “Pepe y Toño”, donde se comentó que la fuerza con la que, como sociedad y como individuos, nos movemos conforme a la idea de esta campaña comercial, básicamente de que los negocios están por encima de las personas, o que las personas no son nada si no hay empresas (y, por ende, empresarios) que los emplee, parece consolidarse cada vez más en nuestro imaginario, a tal grado que se ha vuelto normal sobre todo para políticos, empresarios y analistas, por ejemplo, ver el bajo costo de la mano de obra como una característica positiva de competitividad, y no como un motivo de vergüenza. En esta columna nos adentraremos un poco más en el contenido argumentativo del comercial y en las posibles motivaciones para realizar una campaña de tal calibre.

Cabe aclarar, ésta no es una cacería de brujas. No se trata de decir que quienes hacen la campaña de Pepe y Toño son gente que pretende manipularnos o insertar mensajes subliminales en el cerebro de los consumidores. De hecho, éste no es un caso como el de los productos milagro donde, quienes los venden, lo hacen a pesar de saber que no funcionan. Se trata de un producto del que están convencidos quienes lo promocionan, pues ellos mismos lo encarnan.

Lo que se quiere mostrar es como aún las campañas supuestamente de interés social, aquellas que, se pensaría, no pretenden nada más que afianzar valores para el bien común, al funcionar bajo la lógica de la publicidad, ocultan más de lo que dicen con la pretensión de convencernos sobre las bondades de su producto (el empresario). Si bien este tipo de campañas no pretenden vendernos un objeto material, si pretenden convencernos, o reforzar nuestro previo convencimiento, de una idea y del contexto que la soporta, es decir, de una ideología.

Paréntesis. En esta columna se asume que no existen ideas sin ideología que la sustente, aún decir “yo no tengo ideología”, es una ideología, es decir, una convicción o fe, parcial, sobre la verdad de algo, y que, como tal, tiende a reproducirse descalificando otras ideologías con la intención de posicionarse como una verdad absoluta o natural, como lo hicieron las religiones ayer y como lo hace la ciencia hoy. Fin de paréntesis.

Una ideología, para dejarnos de rollos y complicaciones, vendría a ser ese cristal con que miramos las cosas. Que el empresario es, por sí solo, la base de la economía, es una ideología. Y es una ideología muy restrictiva, pues, como buen producto comercial que también es, evade profundizar y al mismo tiempo oculta, por inconveniente, la fuente de esa misma creencia.

Lo que esta campaña empresarial oculta o no dice, primero, es que a un sistema económico se le llama capitalista porque, como tal, centra su desarrollo en las empresas, por lo tanto es tautológico decir, como lo dicen los empresarios Pepe y Toño, que las empresas, y por lo tanto los empresarios, mueven a las economías capitalistas.

Segundo, si bien, los empresarios sí propician empleos (cosa que igualmente es parte de la funcionamiento intrínseco del sistema capitalista o de libre mercado), de la misma forma, debiera reconocerse que sin empleados (mano de obra) no hay empresas y, mucho menos, empresas exitosas. Y que el éxito de una empresa suele estar sustentado por el costo bajo de la mano de obra (por ello, que se vea como algo positivo). Pensémoslo, aún esas empresa de estatus mundial famosas por dar espléndidos salario, por ejemplo facebook, se sostienen de otras empresas que producen complementos (en este caso las computadoras) en países como el nuestro, pagando mínimos salarios a sus obreros.

Queda la pregunta, ¿qué motiva a invertir grandes cantidades de dinero en una campaña como esta? De acuerdo a la página web de Pepe y Toño, el motivo es que las personas revaloren la importancia de las micro y pequeñas empresas para la economía nacional (aunque, casualmente, está auspiciada justo por lo mayores conglomerados y monopolios). Pero como se ha dicho, ese valor es intrínseco al sistema económico establecido a nivel nacional. Se estimen o no, el propio sistema tiende a la producción de empresarios. La única manera en que las empresas privadas pudieran perder su importancia es a través de un cambio radical en el sistema. ¿Es este cambio posible? Poco probable, ninguno de los nuevos países tildados de “anti-capitalistas” ha erradicado a los empresarios de sus sistemas.

El empresario es importante, pero no es el motor exclusivo de la economía. Asumamos que la campaña funciona, y ahora todos queremos ser empresarios, ¿es esto plausible, un sistema económico sólo de empresarios?, es difícil crees que esta sea la apuesta de la campaña. Pero, pensemos en la otra cara de la moneda. ¿Es posible pensar un sistema económico que funcione sin mano de obra? Esto es aún más difícil de pensar. Todo producto comercial tiene un grupo target. En este caso se trata de los empleados. Son ellos, precisamente, de quienes se procura revaloren la importancia del empresario, no para que quieran serlo ellos también, sino para cambiar su aprecio hacia quien los emplea.

Se conocen casos de empresarios que alertaban a sus trabajadores de no votar por ya sabemos cual candidato en las elecciones pasadas, advirtiéndoles que de ganar, este cerraría las empresas y que por lo tanto todos se quedaría sin trabajo. Muchos trabajadores están convencidos de deberle todo a la empresa para la que trabajan, al grado que la defienden a capa y espada ante cualquier situación o persona que pueda abusar o ponerla en riesgo. ¿Cuántos empresarios harán lo mismo por sus trabajadores?

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