El fenómeno grupero

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Eric David Montero

El género grupero no es del agrado de quien escribe esta columna, pero el nombre “Universo Acústico”, lo obliga así que dejen los pucheros a un lado, que la única función de la música  es reflejar el modo de vida de una sociedad, distraerla o echarle más sal a la herida.

Por mucho tiempo el género grupero fue acuñado como un gusto musical para la clase media y baja de la sociedad mexicana, para “nacos” pues, como se dice coloquialmente.

En los bailes de agrupaciones como Banda El Limón, El Recodo, Calibre 50, Pesado, Saúl el Jaguar o Yaguarú, y demás ya es más común encontrarse desde amas de casa, mecánicos o carniceros, hasta licenciados, médicos o estudiantes de distintas universidades.

El movimiento ha traspasado la frontera con Estados Unidos, generando identidad a quienes se van en busca del sueño americano, y se la pasan de un lado a otro, de Estados Unidos a México. Entonces escuchan a Julion Alvares y su Norteño Banda, Grupo Liberación, Los Nuevos Elegantes, Jenny Rivera, Intocable, Espinosa Paz,  mientras trabajan en los campos de Texas o en restaurantes neoyorquinos, al ritmo de bajo sexto, acordeón y tuba.

Alumnos de secundaria, preparatoria, universitarios, familias con niños en brazos, mala fachas, uno que otro cholo y parejas de novios llegan a  los conciertos, para ver tocar a los grupos que escuchan en la radio como: Palomo, Lupillo Rivera, Pesado, K-Paz de la Sierra, Cuisillos y demás. Corean sus canciones y tratan de conseguir algún autógrafo, o una foto con Yaguarú, edecanes voluptuosas.

El fenómeno grupero ha incluido gran número de ritmos, el bolero, norteña, duranguense, banda sinaloense, incluso rock y pop. La original Banda el Limón, le hizo un homenaje a Caifanes, al grabar “no dejes que”; Enrique Búmbury integró una banda sinaloense y a un mariachi en su disco “Pequeño”; Aleks Sintek hizo lo propio con la canción “Intocable”, y ni hablar de Nortec Collective y la banda Aguacaliente de Tijuana, que han grabado sesiones y realizado giras en el país y en Estados Unidos. Lo cual ha sido aceptado por el público grupero y amantes del rock.

En 2009, cuando el guitarrista de Caifanes, Alejandro Marcovich, estuvo presente en Puebla, dijo que “el rock mexicano está de capa caída por autocomplaciente. Y esto en gran medida se debe a la medianidad y mediocridad de los proyectos, que carecen de calidad”, y refirió que las canciones de Alejandro Fernández e Intocable son producciones de mayor calidad.

Más que un género musical, el fenómeno grupero se ha convertido en un estilo de vida, arraigado en la identidad de los mexicanos, mexico-americanos y por qué no decirlo de latinoamericanos.

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