Tuvieron que pasar 43 años para que el gobierno mexicano declarara día de luto nacional el 2 de octubre de 1968, cuando estudiantes desarmados fueron masacrados por el ejército y policía en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Nunca se pudo contabilizar con exactitud el número de muertos.

Las cifras varían de 40 a más de 400. La realidad es que hasta hoy, no tenemos datos certeros después de más de 4 décadas.

Esa herida marcó la vida de este país y nos hizo saber a los mexicanos que ese gobierno, el de Gustavo Díaz Ordaz, no estaba dispuesto a aceptar que los estudiantes salieran a las calles y exigieran sus demandas.

Nos enseñó un estado autoritario que optó por la violencia y no por el diálogo que pedían los estudiantes. El presidente que siguió después el 68, era Luis Echeverría que en ese momento era secretario de Gobernación. Después de muchas acusaciones fue exculpado y nunca, al igual que Díaz Ordaz, estuvo en prisión por los delitos cometidos en contra de estudiantes desarmados.

¿Cuántos años tendremos que esperar para que Aguas Blancas, Acteal, Ayotzinapa, obtengan una respuesta, y que los mexicanos podamos saber que pasó en estas matanzas?

Desde luego, quedan en la historia de nuestro país, como una herida abierta que, si no se detiene a los culpables, nunca sanará.