Si el número de salas en Puebla fuera directamente proporcional a la calidad de las películas que en ellas se proyectan, seríamos expertos cinéfilos. Pero no es así.
Las cuatro cadenas de cine más grandes del centro del país -Cinepolis, Cinemark, Cinemex y Cinemas Lumiere- tienen en conjunto 13 sucursales en Puebla y Cholula, cada una con aproximadamente diez salas, varias de ellas –incluso en el mismo complejo- dedicadas a las mismas películas.
Esta semana, 18 cintas –sin contar reestrenos y preestrenos- se presentan en los mencionados cines, de esas, seis sólo se exhiben en una sucursal. Las otras 13 ocupan 102 pantallas aproximadamente, lo anterior es difícil de calcular porque algunas salas proyectan más de una cinta al día. Durante los meses de junio, julio, agosto y diciembre, la cantidad de películas en cartelera baja porque se estrenan las superproducciones estadounidenses. De las películas antes mencionadas, sólo una es documental –Senna- y ninguna es mexicana.
La oferta está enfocada al cine producido en Hollywood, pero no todo está perdido para los cinéfilos. Alejados de la cartelera comercial, un grupo de personas que reman a contracorriente, semana a semana, presentan en sus cine clubes funciones donde revisan distintas caras del séptimo arte.
Lado B platicó con dos de estos personajes, Marco Antonio Bello del cine club de la Facultad de Ciencias de la Electrónica e Iván Contreras, del Espacio Cultural de Cine y Artes Visuales A.C. (Eccavac), quienes nos contaron de la dificultad y el placer de difundir otro tipo de cine.
Cine club Lumiére
El cine club Lumiére nació en febrero de 2003 por iniciativa de Marco Antonio Bello, matemático y cinéfilo, quien en colaboración con Jaime Cid, en ese entonces director de la facultad, buscaban crear un espacio para el análisis y la crítica, “Creemos que el cine es un valor importantísimo, fundamental para la divulgación de la ciencia y la cultura”.
En agosto de 2002 se inaugura el auditorio de la escuela y unos meses después arranca el cine club con un ciclo dedicado a Charles Chaplin, una costumbre que repiten año con año cada febrero. Desde el principio se planteó como cine debate, las discusiones han tenido tan buena aceptación entre los asistentes que en algunos casos han durado más que la propia película. El profesor Bello recuerda que el día que exhibieron Farenheit 9/11, documental dirigido por el estadounidense Michael Moore sobre los ataques a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001, “terminó la proyección como a las dos y media, el debate terminó casi a las cinco de la tarde, tuve que parar el debate porque ya venía la próxima función».
“De entrada no hay presupuesto para el cine, como en cualquier institución pública o privada, para la cultura no hay presupuesto. Cobramos de entrada cuatro pesos, no íbamos a cobrar, lo íbamos a financiar nosotros, pero sucede una cosa muy curiosa, no cobrábamos y el chavo llegaba tarde, se salía a la mitad o llegaba comiendo. Dijimos, vamos a cobrar un peso, y ya no se salían, defendían su peso.
“Yo estudié en el Politécnico y era asiduo a los cine clubes, fundamentalmente en la UNAM y el Politécnico. En el medio estudiantil es una actividad muy rica, lo planteamos como una manera de integración en donde el chavo se puede expresar libremente, porque además es cine debate.
“La idea es mostrar el cine clásico y de autores recientes, tanto nacional como internacional, pero principalmente buscamos el cine de contenido, no sólo de divertimento».
Proyectan películas en DVD, copias de buena calidad, “durante las proyecciones, hasta está prohibido que se vaya la luz”, nos comenta.
En el cine club Lumiére se han programado aproximadamente 400 películas, han sido sede del festival Ambulante –dedicado al documental- y de ciclos de cine francés en colaboración con la Alianza Francesa. Unas dos mil personas asisten anualmente a las funciones regulares –que se proyectan todos los jueves a las 13:00 y las 17:00 horas-, también realizan anualmente una velada cinematográfica –que va por su novena edición-, donde se proyectan seis largometrajes, uno de ellos documental y un musical, debate incluido.
Actualmente proyectan un ciclo de cine mexicano y para el próximo mes, planean dedicar el mes a la proyección de cintas de temática gay.
“Una de las razones por las que surge el cine club, es porque en 1922-23, (Luis) Buñuel, (Salvador) Dalí y (André) Bretón filman Un Perro Andaluz (…) y entonces un buen día se proponen ver y analizar su trabajo”
Cine club Eccavac
En la 8 oriente 401, el Eccavac abre sus puertas a todos los cinéfilos que, hartos de la cartelera comercial, buscan otra opción.
Iván Contreras, encargado del cine club, nos comenta: “nuestra idea es que podemos presentar otro cine, pero no logramos todavía tener este nuevo espectador, uno más crítico, que también piense, que hable el cine, todavía no logramos ese objetivo.
“A mí me interesa que el espectador se siente y discuta el cine que está viendo, porque si no sigue siendo esta dialéctica que tienes con la pantalla grande, te compras tus palomitas, ves la película y te perdiste dos horas del mundo.
“Tratamos de generar el debate pero no siempre se puede. Todavía nos cuesta trabajo que se queden después de la cinta o que podamos generar esta discusión, que tampoco tiene que ser larga.
“Es un tantito de difusión, es otro tanto de que el mismo cinéfilo busque estos espacios y proponga, porque nosotros como espacio cultural podemos proponer algo que no le guste, por eso buscamos ese intercambio de ideas.
“Yo sólo soy el cácaro, yo pongo la película pero eres tú quien lo construye viendo, pidiendo, me parece que así un cineclub tiene sentido”.
Formado en la sala de cine de la Casa de la Cultura de Tlaxcala, Iván sabe que no cualquier película atrae al público, algunas pueden ahuyentarlo. Inspirado en el sitio al que era asiduo, intentó formar su propio cine club, “empecé con una película que en ese momento me impactaba, es una de Tim Roth que habla sobre el incesto (La zona oscura / The War Zone, EU, 1999), y creo que espanté a dos tres personas. ¿Pero, cómo inicias un cine club?”
Un gran problema que se le ha presentado es acercar el público más joven a los cine clubes. “Yo soy de la idea de empezar por lo contemporáneo para irnos para atrás. Si hoy vemos una película de John Ford como Las uvas de la ira, con Peter Fonda, que es una peliculota y pueden decir ¿qué es esto? Pero se les puede enseñar a ver cine con El laberinto del Fauno, hasta con Avatar. (…) Me gusta entender hoy para poder ir hacia atrás. Hoy nos muestran una cinta de suspenso pero no vemos a Hitchcock, o podemos ver a Brian de Palma, que es un amante de Hitchcock. De Brian de Palma nos podemos mover a Hitchcock y de ahí más atrás, así hasta llegar a la toma de la salida de la fábrica de los hermanos Lumiére, y así tenemos toda esta idea de lenguaje cinematográfico que nos permite ir a las salas de cine comerciales o a un cine club y generar estos pequeños grupos donde estemos hablando de cine”.
Eccavac es uno de los pocos sitios en la ciudad que proyectan documentales y han tenido una buena respuesta del público. Una apuesta difícil pero que esperan dé resultados. También han proyectado ciclos de cine de países en particular, como Irlanda, que a través de su embajada les hizo llegar una serie de cintas que no habían sido exhibidas en México. También han sido de festivales como el Docs DF o del Festival Contra el silencio, todas las voces, por lo que cuentan con un acervo de más de 400 películas.
Las proyecciones las realizan en DVD pero tienen planeado traer películas en 35 milímetros, el problema: los costos. Problema más grave si se toma en cuenta que la entrada es gratuita.
Este septiembre proyectan un ciclo de cine mexicano. “Si vemos más cine mexicano podemos entender el cine mexicano y a partir de ahí empezamos a cuestionarnos el por qué no llega a las pantallas”.
“Te puedes enfrentar con una película de Tarkovsky y se vale decir, yo no entendí nada, ¿quién me la explica?, el asunto es que levantes la mano y que el de junto te pueda decir, yo tengo esta idea, y a partir de ahí empezamos a hablar de cine”
EL PEPO